miércoles, 21 de junio de 2023

LOS ESQUELETOS HALLADOS EN LAS MINAS DE COBRE Y COBALTO DE TEXEO (RIOSA): ¿ENTERRAMIENTOS RITUALES O ACCIDENTES DE TRABAJO?

 

LOS ESQUELETOS HALLADOS EN LAS MINAS DE COBRE Y COBALTO DE TEXEO (RIOSA): ¿ENTERRAMIENTOS  RITUALES O ACCIDENTES DE TRABAJO?

Último esqueleto completo encontrado en el mes de julio del año 2006, en la campaña arqueológica llevada a cabo por  D. MIGUEL ANGEL DE BLAS CORTINA, Catedrático de Prehistoria de la Universidad de Oviedo y que comienza en el año 2005, en la que contó con la colaboración del ingeniero de minas, D. Manuel Suárez, utilizando mineros del Pozo Montsacro. 
 Se halla depositado en el Museo Arqueológico de Oviedo:


    Se trata de un tema polémico sobre el que hay  interpretaciones dispares. Nuestra postura es clara, en las minas de Texeo (Riosa), vertiente sur-oriental de la Sierra l´ Aramo, de los muchos esqueletos hallados de la época prehistórica, unos pocos documentados y la mayoría desaparecidos, los hay que murieron en accidente pero, la gran mayoría, son enterramientos rituales.
     Independientemente de los esqueletos hallados en los primeros años de la explotación, a partir del año 1888 (Dory 1893), fueron muchos los restos humanos  que pasaron  por las manos de las mujeres que trabajaban en la época moderna (METASTUR 1942-1960) por las cintas de "escogío", como ellas denominaban a las cintas transportadoras del mineral al lavadero donde se seleccionaba, "cestos", como decía Amada Fernández Hevia quien trabajó haciendo esas labores durante 6 años.
    De Blas Cortina, en su trabajo "La mina como ámbito infraterreno y el cadáver como ofrenda ritual: a propósito de los esqueletos humanos hallados en las explotaciones cupríferas del Aramo" (2003), manifiesta que, es imposible conocer, con exactitud el número de esqueletos aparecidos en las Minas de Texeo (Riosa), debido a la dispersión que han sufrido y que ya lamentaba E. Eguren en el año 1918.
    Haciendo una recopilación desde el año en que fueron redescubiertas las minas (1888) menciona, en primer lugar, dieciséis esqueletos computados por Dory; además, fueron medidos otros tres cráneos por E. Eguren (1917-1918). En 1938 se produjo un nuevo hallazgo craneal, y varios huesos largos en 1949. En 1950 aparecen dos nuevos cráneos además de otros huesos, varios fragmentos de otro cráneo y dos mandíbulas, una de ellas pertenecía a uno de los cráneos señalados (Uría 1950). En las Excavaciones realizadas por el propio De Blas Cortina, en la campaña de 1987, se hallaron una mandíbula y varios huesos largos (de aquella se sabe su cronología radio carbónica: segundo milenio A.C.). A este resumido catálogo se le agrega otro cráneo inédito que fue depositado en el Museo Arqueológico de Oviedo en el año 1996, otro, del cual se ignora su destino y que estuvo en manos de un topógrafo de Mieres que trabajó en la última etapa de la explotación de las Minas, más otro más depositado en la Escuela Superior de Minas de la Universidad de Oviedo.
    En definitiva, el cómputo de fósiles humanos en las minas podría oscilar entre 26 individuos o 19, en el supuesto que los medidos por E. Eguren procedieran del primer grupo y que uno de los hallados en 1950, fuera de los que circularon en manos de los particulares señalados.
    De Blas Cortina señala, y con razón, que un grupo de entre 19 y 26 cadáveres descubre una realidad antropológica más que notable, aún excluyendo las referencias orales que no han podido ser contrastadas.
    Esto escribía el ilustre catedrático de la Universidad de Oviedo en 2003, pero en el año 2006, en el transcurso de las labores arqueológicas desarrolladas por el propio De Blas Cortina, se descubre un nuevo esqueleto completo que habrá que añadir al catálogo.
    Por otra parte, también, de otros fósiles humanos hallados a los que se hace referencia de forma oral, bien por parte de los trabajadoras de las cintas de "escogio" o bien por algunos de los trabajadores técnicos de la explotación en la última etapa, como a los que hace mención en el trabajo "Valle de Riosa, minero desde la Prehistoria", redactado por D.Pedro Fandós Rodríguez, D. José Antonio de San Antonio y D. Txema Ordóñez Fernández (Grucomi). En este trabajo se refieren a la colección de fósiles humanos en poder de D. Ángel Vázquez, capataz de la explotación en su última etapa y fallecido en 2005, los cuales habían sido rescatados en 1960, un cráneo completo, otro incompleto y varios huesos largos, además de varios útiles de trabajo.
    Como experiencia personal puedo añadir que, en una de mis conversaciones con D. Ramón Iglesias Laviades, que había sido capataz jefe de las explotaciones en su última etapa, supe de la existencia de gran número de fósiles humanos y de herramientas de trabajo, martillos, mazas etc. que el guardaba en su casa de Colloto. Al ver que estaba interesado en conocer su colección me invitó a su casa y, puede contemplar la gran cantidad de fósiles que conservaba, sobre todo herramientas y útiles de trabajo utilizados por los mineros prehistóricos. D. Ramón los tenía depositados en grandes cajones de madera a modo de estantería en una de las habitaciones de su casa y se hallaban en perfecto estado de conservación. No he tenido conocimiento de cuál ha sido el destino de esta colección.
    De todo lo expuesto se deduce la gran importancia  arqueológica de las Minas prehistóricas de Texeo, incluso aún podría depararnos alguna sorpresa. 
     Teniendo como antecedente todo lo expuesto, queremos iniciar este trabajo haciendo mención del último esqueleto completo encontrado en la campaña arqueológica llevada a cabo en las  minas de cobre de  Texeo (Riosa) por  D. Miguel Ángel De Blas Cortina, catedrático de Prehistoria de la Universidad de Oviedo y que comienza en el año 2005, en la que contó con la colaboración del ingeniero de minas, D. Manuel Suárez Fernández, utilizando mineros del Pozo Montsacro. 
    En el mes de julio del año 2006, se produce el hallazgo, siendo depositado en el Museo Arqueológico de Oviedo.  Por la nota que aparece en la urna donde se halla el esqueleto, se mantiene la tesis de que se trató de un depósito funerario "... a modo de ofrenda  a los seres que rigen las minas. La entrega de los cuerpos sería  el pago por la sustracción de la riqueza subterránea". 
    Una teoría que defiende el catedrático de Prehistoria de la Universidad de Oviedo. 
    El cráneo  del esqueleto, cuya  antigüedad se calcula entre 3.800 y 4.600 años, no parece tener ninguna lesión visible. Esto hace  pensar que no murió en la mina, parece, más bien, que llevar los cuerpos a la mina, era un rito cultural, una ceremonia que deja ver la relación de los mineros con las minas y sus creencias.

    Lo cierto es que se han encontrado alrededor de veintiséis esqueletos en las Minas de Texeo y que, según él, todos los estudios demuestran que no son producto de accidentes de mina sino que reutilizaban las galerías ya explotadas y abandonadas como lugares de enterramiento.         Concluye diciendo que esta forma de enterrar a sus muertos era un rito de la cornisa cantábrica, ya que en otras minas de cobre del Continente europeo (Austria, Irlanda), no ha aparecido ninguno.
  Esta tesis ha sido desarrollada por el catedrático DE BLAS CORTINA, en varias de sus publicaciones. 
    Lo podemos ver en:
    1º.-  "La Minería prehistórica y el caso particular de la explotaciones cupríferas de la Sierra del Aramo" (págs. 179-180-181), publicada en el año 1996: "La conversión de la mina necrópolis alimenta la idea del deseo, entre los mineros primitivos de un pacto con la naturaleza; de compartir este ritual con la tierra de la que se extrae la riqueza cuya apropiación provoca en el minero el sentimiento de una actitud expoliadora".´
     "En el Aramo los testimonios esqueléticos son tan frecuentes que, genéricamente, el accidente tiene que ser excluido", no obstante, en la página 180, De Blas, recoge un testimonio oral que él considera incontrastable. Manuel Suárez García, de Sosellare (Lena), trabajador de las Minas de Texeo en la década de los años de 1940, describe el hallazgo de un esqueleto debajo de un gran bloque de piedra en una galería u oquedad que fue tapiada con un murete de piedra".
    2º.-  En el trabajo titulado “La mina como ámbito infra terreno y el cadáver como ofrenda ritual. A propósito de los esqueletos humanos hallados en las explotaciones cupríferas del Aramo”, reitera su teoría. Se trata de un trabajo integrado en el libro “Mineros y Fundidores en el inicio de la edad de los metales”. “El Midi francés y el Norte de la Península Ibérica”, editado con la coordinación y dirección de Julio Fernández Manzano y José Ignacio Herrán Martínez, publicado en 2003.
    3º.- Y, más recientemente, en otro de sus trabajos: "Laboreo del cobre en la Sierra del Aramo (Asturias) como referente cardinal de la minería prehistórica en la región cantábrica" (2014) - págs. 74-75 y 76 -.
Estas son sus palabras: 
"A un número tan crecido de lo que en su momento fueron cadáveres humanos se suma su dispersión por el sistema minero con zonas de una discreta concentración, una distribución fúnebre poco compatible con la muerte por accidente y, desde luego, con la defunción por ahogamiento en unas labores en las que todavía hoy circula el aire con un potente flujo renovador. Los esqueletos fueron siempre hallados en exposición aérea y cuando se aportan detalles, como hiciera A. Dory en 1893, se llega a señalar la posición tendida o en cuclillas e, incluso, el que los instrumentos de percusión estuvieran junto a ellos, circunstancia que también fue destacada por el ingeniero R. Oriol tras su recorrido de los minados al aludir a “las herramientas de sílex [sic] que todavía permanecían junto a la mano que las empuñara…” (Oriol, 1893). Los esqueletos, en suma, no se hallaban en galerías hundidas, sino en ámbitos que eran transitables y que, cuando se conservan, aún lo son hoy. No hay tampoco en los casos estudiados patologías evidentes de las que se puedan inferir causas de muerte por aplastamiento, e incluso la considerable madurez de alguno de los individuos parece inadecuada para un trabajo que no sólo requería vigor, sino también una considerable agilidad. Nada tendría de extraño, como en cualquier actividad de riesgo, la muerte inesperada, pero el registro mortuorio de la mina sólo resultaría así consecuencia de una catástrofe de la que no se observa el menor indicio. Por otra parte, la hipótesis de que mina y cuerpos nada tuvieran que ver, al menos en términos amplios, considerando acaso el uso de las galerías como recinto sepulcrales en tiempo posterior, queda descartada por la cronología de los individuos que pudieron ser datados. Sus fechas C14 corresponden al mismo largo segmento temporal que conoció la actividad minera; minas y esqueletos guardan pues relaciones de contemporaneidad. La distribución de los esqueletos se produce además, de acuerdo con el proceso de apertura de las galerías que hemos podido reconstruir, en zonas ya explotadas, parajes mineros de raro tránsito o definitivamente marginales (lám. VI). La explotación del sector conocido como “Punto de Partida”, con su elaborada estructura de pilares y arcos, corresponde a una etapa avanzada en la historia del complejo minero en la que no se produjo ningún descubrimiento de huesos humanos. Sin embargo, en la misma época sí fueron depositados esqueletos en labores abiertas siglos antes como ocurre en el tramo alto de las labores sobre el filón “San Alejandro”. En suma, el proceso de abandono de cadáveres elegía lugares en los que ya no existía actividad extractiva ni, probablemente, visitas habituales". 
 (...) "No es, consideramos, la muerte accidental lo que adquiere notabilidad en el Aramo, sino la misma presencia de los esqueletos en las galerías, circunstancia nuclear que tampoco se compadece con la hipótesis de las galerías aprovechadas como cuevas sepulcrales, elección innecesaria en un territorio donde las grandes masas de caliza de montaña ofrecen para tal uso cavidades en abundancia, diversidad formal y posiciones contrastadas de las mismas para satisfacer cualquier imposición ritual, además de ubicarse en altitudes bajas."
 "Es la mina, en fin, la que determina la presencia de los cadáveres; la mina como espacio de relación entre los humanos y la riqueza subterránea sustraída; el lugar del conflicto entre la posesión del mineral y la conciencia del expolio. Pero hablar de expolio significa reconocer la existencia de unos propietarios despojados cuya consecuente furia debe ser temida y, si ello fuera posible, aplacada. La mitología minera universal ofrece a este respecto ejemplos muy diversos aunque compartiendo, pese a las distancias física y cronológica —en unos y otros continentes en el pasado y aún en tiempos próximos—, la necesidad de neutralizar a los poseedores de los tesoros minerales, seres del inframundo a quienes la oblación tangible puede episódicamente contentar. Ya expusimos en detalle los argumentos aquí condensados (de Blas, 2010), concluyendo en la propuesta de que los cadáveres presentes en la mina no son arbitrarios sino fruto de la imposición ritual del pacto: los cuerpos humanos como máxima entrega, ignorando, obviamente, si los cadáveres-oblación responden a sacrificios expresamente cumplidos o a defunciones por cualquier otra causa, recordando que hasta en las promesas más solemnes también se puede producir la sustitución oportunista o incluso el engaño. Con una nueva apertura a la reflexión, el estudio antropológico, incluida su caracterización genética, de algunos de los individuos encontrados en las minas revela la presencia exclusiva de varones adultos. No conocemos hasta el momento mujeres o niños. La impresión del exclusivo carácter masculino de la ofrenda se hace inevitable, quizá como testimonio de la división sexual del trabajo e, incluso, siendo lo entregado en ofrenda, al menos en apariencia, hombres fuertes y sanos, precisamente como los que podían enfrentarse al trabajo en las profundidades. Tampoco cierran el paso a consideraciones inquietantes los datos genéticos de que disponemos, bastante congruentes con la morfología craneal de lo individuos ofrendados. Tipos braquicráneos y agrupables genéticamente frente a los meso-dolicocráneos. Dos poblaciones además, y dos tiempos sucesivos: aquellos de la segunda mitad del tercer milenio; los meso/dolicocráneos ya posteriores, de la primera mitad del segundo milenio. Así pues, ¿relevo en la gente minera, pero continuidad en creencias y elaboraciones mentales? Aún se podría alimentar el campo especulativo considerando que los braquicráneos actuaron en los siglos durante los que fueron usados los campaniformes de tipo marítimo en las acampadas en el exterior de las labores."
    Con la tesis del catedrático DE BLAS CORTINA, coincide Dª María Fernanda Fernández Gutiérrez, según recoge en la ponencia presentada en el IV Congreso Internacional sobre Patrimonio Geológico y Minero celebrado en Utrillas (Teruel) el 25 y 28 de setiembre de 2003, titulada “Nueva aproximación a las Minas de cobre y de cobalto de la Sierra del Aramo: La explotación contemporánea y el enclave de Rioseco-Riosa (Asturias)”
    No obstante, de esta tesis discrepa el equipo coleccionista minero investigador Grucomi (D. Pedro Fandós Rodríguez, D. José Antonio de San Antonio Escribano y D. Txema Ordóñez Fernández).
El geólogo e historiador minero, D. Pedro Fandós  Rodríguez y su equipo consideran que los fósiles humanos de las Minas del Aramo, son consecuencia de un accidente de trabajo. Y lo ponen de manifiesto, primero, en octubre del año 2001 en el Congreso Internacional sobre Patrimonio Geológico e Mineiro, de Beja (Portugal). "Ruta de las calizas", donde, habla de las minas de Texeo (Riosa), en el apartado "Un pueblo muerto y los primeros mineros muertos en España"; segundo, pocos meses después,  en su publicación "Valle de Riosa, minero desde la Prehistoria", (Exposición celebrada en Riosa el 4 diciembre de 2001); tercero, en la VII reunión de la Comisión de Patrimonio Geológico, en el Museo Jurásico de Asturias (MUJA), Colunga (28 a 30 de junio de 2006).
    El equipo coleccionista minero investigador Grucomi, esgrime tres argumentos para apoyar su afirmación:
1º.- Todos los testimonios de quienes describen los restos empezando por el propio Dory (1893), no dudan que aquellos hombres murieron trabajando.
2º.- Todos eran jóvenes o varones.
3º.-Estaban acompañados de herramientas y no de abalorios, como suele ser más común en la preparación del viaje al más allá.
    Respecto a esta discrepancia hemos de decir lo siguiente:
Tanto De Blas Cortina, -aparte de otros razonamientos- como Grucomi, fundamentalmente, parece que se basan, en la Memoria de Dory para apoyar sus tesis, concretamente en el siguiente párrafo:
“Los cuatro primeros esqueletos fueron hallados en una galería que por ese motivo, la denominan “de los esqueletos”; dos de ellos estaban cogidos por un hundimiento en el que encontraron la muerte, pues uno conservaba el martillo junto a su mano, los otros dos estaban sentados con las piernas juntas y la rodilla a la altura de la barba, teniendo también uno de ellos el martillo cerca de su mano. En esta postura enterraban a sus muertos los hombres primitivos.”
    De Blas Cortina en la segunda parte del párrafo: “…los otros dos estaban sentados con las piernas juntas y la rodilla a la altura de la barba, teniendo también uno de ellos el martillo cerca de su mano. En esta postura enterraban a sus muertos los hombres primitivos.”
    Grucomi,  en la primera parte del párrafo: “…dos de ellos estaban cogidos por un hundimiento en el que encontraron la muerte, pues uno conservaba el martillo junto a su mano.”
    Sin entrar en disquisiciones, del análisis de lo escrito en la Memoria, creemos que la conclusión más lógica es que Dory pensara en las dos posibilidades: unos murieron en accidente y  otros, la mayoría,   eran enterramientos rituales, tal como defienden Miguel Ángel De Blas Cortina y María Fernanda Fernández Gutiérrez.
Más recientemente (año 2015), D. Mario García Antuña, en su libro "Catástrofes Mineras Asturianas" (tomo I, págs.30 a 38), se suma a los defensores de la tesis de que los restos humanos hallados en las Minas Prehistóricas  de Texeo (Riosa) son consecuencia de accidentes de trabajo. 
    Que algunos de los esqueletos encontrados en las Minas de Texeo, después de su redescubrimiento por el ingeniero D. Alejandro Van Straalen en el año 1888, fueron consecuencia de accidentes de trabajo lo podemos corroborar en las manifestaciones hechas por una persona que participó activamente en las labores llevadas en las minas después del redescubrimiento. Nos referimos a D. Mario Álvarez del Manzano, cuñado del ingeniero, D. Alejandro Van Straalen, hasta el punto que los grabados o dibujos de los cráneos y herramientas que aparecen en la Memoria del ingeniero D. Alfonso Dory, en la Revista Minera, Metalúrgica y de Ingeniería de Madrid (noviembre de 1893), son obra suya (se puede ver su nombre en el margen derecho del dibujo)



    Estas manifestaciones de D. Mario Álvarez del Manzano aparecen recogidas en una publicación  de D. Daniel Jiménez de Cisneros en el Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural titulado "Indicación de algunos yacimientos prehistóricos y noticia acerca de otros" (tomo XXV-1925). 
    En su página 74, al hablar sobre los martillos utilizados en las minas de cobre de Asturias y su forma de uso, se refiere a la explicación que le dio en el año 1909, D. Mario Álvarez del Manzano, cuando era director de las Minas de mercurio y fábrica de sulfuros de arsénico de la Soterraña (Lena). Habla de un minero muerto hallado en los primeros años del redescubrimiento de las Minas de cobre de Texeo. Hasta le hace una descripción del hallazgo: ".. explorando una abandonada mina de cobre en Aramo  -se refiere a las Minas de cobre de Texeo -, se encontrase en una galería un esqueleto, tendido de espaldas, penetrado todo él por las sales de cobre. Tenía sobre la destrozada pelvis un gran bloque, y la cabeza, atravesada por el frontal con un clavo de cobre. De la muñeca derecha pendía un trozo, no muy largo, de correa, conservada gracias al cobre, y al extremo, atada  la piedra en forma arriba dicha..."



En la página 74, en el artículo publicado por D. Daniel Jiménez de Cisneros en el Boletín de la Real Sociedad Española de Historia Natural, titulado "Indicación de algunos yacimientos prehistóricos y noticia acerca de otros" (tomo XXV-1925), al hablar sobre los martillos utilizados en las minas de cobre de Asturias y su forma de uso, se refiere a la explicación que le dio en el año 1909, D. Mario Álvarez del Manzano sobre el hallazgo del esqueleto de un minero muerto  en accidente en la época prehistórica:



    Esta descripción, pero aún con más detalles, también aparece recogida en la nota  a pie de la página  297 (nº 3, que continua en la pág.298), de otro artículo del mismo autor, "Yacimiento prehistórico de la Carayala (Elche)" que aparece publicado en el Boletín de junio en el año 1919. Refiriéndose al clavo de cobre en la frente, lo denomina "golpe de gracia". El propio autor, D. Daniel Jiménez de Cisneros, lamenta que no se hubiera conservado aquel esqueleto, digno de estar en un museo. 
    Alguien podría pensar que podría ser  de un minero muerto en los años posteriores al redescubrimiento de las minas en el año 1888, sin embargo hay un detalle que sitúa su muerte en la Prehistoria que no es otro que la correa de cuero atada a la muñeca derecha que sujetaba  el martillo - piedra ovoide de buen tamaño a la que le practicaba un surco en la parte media de pocos milímetros de profundidad y de un centímetro medio o dos de ancho- con el que solía trabajar los mineros del cobre en la Prehistoria y del que hay depositados en el Museo Arqueológico de Oviedo varios ejemplares.

Martillos y mazas, algunas de la Minas de Texeo (Riosa), en la Sierra del Aramo, depositadas en el Museo Arqueológico de Oviedo:



Artículo de D. Daniel Jiménez de Cisneros publicado en el boletín de la Real Sociedad Española de Ciencias Naturales, en el año 2019, en el que,  en la nota nº 3, al píe de la  página 287, continuada en la página 288,  refiere el relato del D. Mario Álvarez del Manzano sobre el hallazgo de un minero muerto en accidente en la época prehistórica, en las  Minas de cobre de Texeo:







    Lo que no cabe duda es que este esqueleto era el de un minero muerto en accidente en la Prehistoria, pero no un entierro ritual.
     Nosotros, además de la referencia genérica que realiza, Alfonso Dory en su Memoria publicada en La Revista Minera, Metalúrgica y de Ingeniería de Madrid, en el año 1893 y de la que ya hemos hecho mención, o la que hace D. Miguel Ángel De Blás en su trabajo "La minería prehistórica y el caso particular de las explotaciones cupríferas  en la Sierra del Aramo" (pág. 180) - aunque la considere incontrastable -, no tenemos constancia de otras referencias escritas sobre mineros muertos en accidente en la Prehistoria en las minas de cobre de Texeo (Riosa) como la recogida por el Sr. Jiménez de Cisneros en los boletines  de la Real Sociedad Española de Historia Natural  de 1925 y 1919. 
    Por otra parte, tampoco podemos dudar del testimonio ya que quien lo hace en el año 1909 fue precisamente D. Mario Álvarez del Manzano, involucrado directamente en las tareas de preparación para la puesta en funcionamiento de las minas de cobre de Texeo en los años siguientes al redescubrimiento por parte de su cuñado, D. Alejandro Van Straalen (1888). 

























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