sábado, 30 de mayo de 2020

"JUAN IBERO", SU VIDA, SU OBRA Y LA SIERRA DEL ARAMO, "LA PEÑA DE RIOSA"

Juan Antonio López y Vázquez de Prada, "Juan Ibero":



INTRODUCCIÓN.-
"Juan Ibero" es el seudónimo del escritor asturiano Juan Antonio López y Vázquez de Prada, de la casa El Valletu, en el Valle de Cuna (Mieres).
"JUAN IBERO", tuvo una relación intensa con nuestro Concejo de Riosa, no solo por haber estado casado con una riosana, MARÍA FERNÁNDEZ FERNÁNDEZ, sino, también, por su afición a conocer nuestras costumbres, nuestro folclore y la enorme riqueza paisajística de La Sierra del Aramo. Este macizo montañoso de la Asturias central, como él lo denominaba, "La Peña de Riosa", que contemplaba desde su casa familiar en El Valletu, ejerció sobre él desde su infancia una especial atracción. En una carta manuscrita, fechada el 12 de setiembre de 1967 y dirigida a su amigo José Cabo González, Secretario del Ayuntamiento de Riosa, podemos ver claramente cuales eran sus sentimientos respecto a nuestro Concejo de Riosa.
Estas eran sus palabras: "...está Vd. en lo cierto al considerarme como muy allegado a la vecindad de ese Concejo, no solamente por haber elegido esposa  de esa acogedora tierra, sino también por mi afición a los paisajes y costumbres de Riosa, que data de los tiempos de mi infancia, cuando, desde nuestra casa de El Valleto, hacíamos frecuentes excursiones a las pintorescas cumbres de del Aramo."




"JUAN IBERO", fue un escritor muy viajero y que residió en muchos países de Europa, concretamente viajó por  Francia, Inglaterra, Alemania, Italia, Portugal,Noruega, Holanda, Bélgica,  Suecia  y Rusia, donde vivió durante varios años; en consecuencia, aparte de tener conocimiento de varios idiomas, hablaba correctamente, el inglés, el francés, el italiano, el ruso y el portugués.
Podemos decir, sin temor a equivocarnos que, fue el primer asturiano  que viajó a Rusia con el único objetivo de estudiar su cultura. Según palabras de J.W. Alonso,"el primer asturiano conocido que haya ido a aquel país exclusivamente a estudiar la cultura rusa"
 Aprovechó su estancia en Rusia para llevar a cabo un interesante análisis  de la sociedad rusa de aquella época - previa la revolución de 1917 - que plasma en su libro "CUENTOS DE LA TIERRA QUE FUE DE LOS ZARES", una de sus obras más importantes. En esta obra y con su estilo peculiar, de forma amena y sugestiva, nos relata sus impresiones literarias, científicas, artísticas y costumbristas de aquella tierra. Fue prologada por Enrique R. Loisel, al que había conocido cuando estuvo en Londres, y publicada en 1920. Esta dedicado a Polina Yakovlena: "A una rusa":

"Estos cuentos, que no son sino un pálido reflejo de mis impresiones de Rusia, los dedico a una bella y simpática petersburgesa, Polina Yakovlena, en agradecimiento al interés que tomó en instruirme en los problemas de la vida social rusa. EL AUTOR".

A parte de la facilidad que tenía para aprender idiomas, también sabía compenetrarse con las costumbres de los países que visitaba.

"Juan Ibero", ataviado con ropa 
de abrigo en la época de su 
estancia en San Petersburgo
 -Petrogrado - (Rusia) entre
 los años 1909 a 1912:
"Juan Ibero" no solamente estudió a fondo el pueblo ruso, sino, también, otros muchos pueblos y razas, dándonos a conocer una visión real de todos. La noción que entonces se tenía del pueblo ruso era muy contradictoria, el alma rusa era una "terra incognita" y "JUAN IBERO", con el sutil espíritu observador del que hacía gala, logró descubrirnos cómo era realmente el alma del pueblo ruso. En este interesante y concienzudo trabajo y que él, modestamente, denomina "Cuentos", logra transmitirnos y mostrarnos con nitidez cual era la realidad social de Rusia.
"JUAN IBERO", entre delicadas escenas de la cultura rusa, nos da a conocer cuadros de bárbara 
rudeza pero, entre unos y otros,
nos deja ver claramente el genio suave y místico de la raza eslava. Nos describe, de un modo pintoresco y sugestivo, cuadros interesantísimos bajo todos los aspectos:científico, artístico, social, político y religioso y, sin darnos cuenta, llegamos a conocer perfectamente al pueblo ruso.

BIOGRAFÍA Y OBRAS DE JUAN IBERO".-

Palacio de los Vazquez de Prada en El Valletu (Valdecuna) -Mieres) donde vivió Juan Antonio López  y Vázquez de Prada:



Sobre su  lugar de nacimiento existen discrepancias, unos dicen que nació en Madrid desde donde se trasladó, con pocos meses, a Asturias, a la aldea de El Valletu, de la parroquia de Valdecuna, en Mieres, donde estaba la casa blasonada de su madre.



Otros dicen que nació precisamente en esa casa de El Valletu. Nosotros hemos tenido acceso a la certificación de defunción de "Juan Ibero" acaecida en Oviedo el 2 de agosto de 1971 y en ella se dice que nació en Madrid en el mes de febrero de 1887 Asimismo, existen también discrepancias sobre su año de nacimiento, 1884 ó 1886, sin embargo, como veremos, en la certificación de defunción, se dice que nació en el año 1887. Hijo del también escritor  Jesús López Gómez y de Pilar Vázquez Lorenzo de Lena


Su padre, que procedía de Lugo  y   desempeñó diversos cargos públicos en Asturias,  a finales del siglo XIX marchó a Madrid.  
 Sus primeras letras las recibió en la Escuela Pública de Valdecuna, después, estudió latín con un "dómine" de Murias de Aller, - en una de sus publicaciones,"¡Murias!, ¡Murias!" (16-08-1913),  narra las peripecias de esta experiencia-.

Primera página de las 29 que dedica a la experiencia de su paso por Murias:



Posteriormente, en el año 1900, inició sus estudió en el Colegio diocesano de Valdediós, en Villaviciosa, para continuar los estudios de Bachillerato en el Instituto de Segunda Enseñanza de Oviedo. 
Concluido el  Bachillerato,  se marchó a Madrid, donde estaba su padre que le matricula en una academia de idiomas.
Pero Juán Antonio López, "Juan Ibero", era un hombre de una gran versatilidad intelectual  y  tenía en su mente horizontes más amplios. Fue así como  empezó, con poco más de veinte años (1906),  su vida de viajero y "trotamundos" por diversos países de Europa y AfricaViviendo en otros países aprendería mucho mejor su idioma (Francia y Portugal, Bélgica, Inglaterra, Italia, Alemania, el norte de África y Suecia). Precisamente desde Suecia pasó a Rusia, donde permaneció tres años - de 1909 a 1912- en Petrogrado, nombre con el que se denominaba a la ciudad de San Petersburgo  -hasta 1924 - fecha en que recibió el nombre de Leningrado - después de la muerte de Lenin -. 
San Petersburgo, situada a la orilla del río Neva,  había sido fundada por el Zar "Pedro el Grande" en 1793 y era la gran capital del imperio, donde existían esplendidos palacios y catedrales  y estaba atravesada por canales similares a los de Venecia, de hecho se la denominaba la Venecia del Norte. San Petersburgo conservaba en aquella época una gran riqueza cultural. En el momento actual, la ciudad,  ha recuperado su primitiva denominación.
Si bien su estancia fundamentalmente estuvo ligada a San Petersburgo, también desde esta ciudad se trasladó  a otras ciudades y regiones de aquel extenso país, incluso a Finlandia por aquel entonces bajo el dominio del imperio ruso. Durante su estancia en esta ciudad,  se relacionó con todos los estamentos sociales, logrando, con su gran capacidad de análisis,  desentrañar  el  verdadero espíritu del pueblo ruso, muy poco conocido por aquel entonces, logrando plasmar con gran acierto todas esas vivencias  en el libro más importante por él escrito, en el año 1911, que no vio la luz hasta el año de 1920, "Cuentos de la tierra que fue de los Zares".Quizá en el momento que lo escribió 1911, el título del libro no fuera  exactamente el mismo, lo más seguro que la expresión "que fue" no la llevara, sin embargo, la tardanza en su publicación (1920) dio lugar a que, en ese intervalo, tuviera lugar la Primera Guerra Mundial (1914-1918) y la Revolución Rusa de de 1917, gestada, precisamente, en Petrogrado y que suponía un cambio radical de la sociedad rusa descrita en su libro.
Una vez ya de vuelta a España, en el año 1914, empezó a trabajar, como profesor de idiomas,  en la Academia Politécnica de Oviedo. Más adelante impartió clases, también como profesor de idiomas, en el Liceo Mierense. Finalmente ejerció  como docente  en un Colegio de Segunda Enseñanza de Mieres. En esa época  establece su residencia en Valdecuna. 
El 7 de julio de 1921 se  casó con la jovencísima riosana (15 años), María Fernández Fernández - María de las Nieves Orosia, según figura en su acta de nacimiento - , natural de Les Texeres y ahí  terminó su vida viajera y de aventuras. 
Parece ser- según nos contó Amada Hevia, prima de María, que "Juan Ibero", después de su regreso a a España desde Rusia, tuvo ciertas discrepancias con el cura de Cuna a quien increpó en la iglesia, por lo que su madre le envío al pueblo de Llamo a casa de Elvira y Firma. 

Casa de Elvira y Firma - hoy reformada -, en Llamo, donde vivió el escritor y políglota asturiano, Juan Antonio López Vázquez, "Juan Ibero" los años anteriores a 1921, año en al contraer  matrimonio con María Fernández de Les Texeres, se trasladó a vivir al pueblo de su mujer en la casa de sus padres, de Pedro Fernández -Perico Martín - y Carmen Fernández:



Allí vivió durante un largo tiempo y se integró en el día a día de aquella aldea situada en el extremo sur del Concejo de Riosa. Tal es así que, según cuenta su amigo, el riosano Constantino Muñiz Barro, en un artículo publicado en el periódico el Noroeste, fechado en  agosto de 1921 y titulado "Riosa. Los Rincones Asturianos", "Juan Ibero" había sido el artífice de que las mozas y mozos del pueblo, aparte de otros bailes asturianos, bailasen algunos otros que él les había enseñado como la "Xarabata", el "Botabolén" o la "Paxariega". De todos ellos el que  más arraigo adquirió en Llamo y en el resto del Concejo de Riosa, incluso, en el vecino Concejo de Quirós, fue el de la "Xarabata" , hasta el punto que a "Juan Ibero " se le conocía en Llamo como "El Xarabateru".


 Según cuenta Constantino, los sábados por la noche, las mozas y mozos de Llamo se reunían bajo el hórreo o la panera y al son del panderu, danzaban y bailaban, hasta la media noche, este baile que tiene rasgos y figuras de los que bailan nuestros vaqueiros. 
"Al son del pandero se baila la "Xarabata" y la cancionera Rogelia, deja oir aquella tonada de : Aunque vivo al par del monte - donde la neblina baxa - non voy a la tu panera - non te alabes fachendosa -"
 Esa fue la razón por la que conoció a María que, además, iba cada cierto tiempo desde Les Texeres a Llamo a moler al molino de "La Huerta"
Según nos  comentó Amada Fernández Hevia, la madrina de la boda fue su madre, Rosa Fernández  y el padrino, Constantino Muñiz Barro, hijo de Pepe La Vega y autor de ese interesante artículos sobre Llamo en el Periódico "El Noroeste", al que nos hemos referido. 
Nosotros, por nuestra cuenta, hicimos algunos averiguaciones  en el Registro Civil de Riosa, con la ayuda del Juez de Paz, D. José Antonio  Alvarez Alvarez,  y conocimos que el matrimonio  se celebró en la iglesia-capilla de San Adriano el día 7 de julio de 1921. Ejerció  como delegado del Juez Municipal de Riosa, Constantino Muñiz Barro, siendo el cura párroco de Riosa, D. Manuel Alvarez Suárez,  el que presidió la ceremonia de la boda y los unió en matrimonio canónico.

Acta matrimonial de Juan Antonio López y Vázquez-Prada con María Fernández Fernández, en la Capilla de San Adriano (Riosa), el día 7 de julio de 1921:



Reseña del periódico "El Noroeste" (19-07-1911) de la celebración de la boda entre Juan Antonio López y Vázquez de Prada  y María Fernández Fernández, en la Capilla de San Adriano (Riosa), el día 7 de julio de 1921:



María Fernandez Fernández, esposa de Juan Antonio López Vázquez, "Juan Ibero", en el año 1930:


 "Juan Ibero" siempre estuvo interesado en la prehistoria, la mitología, la etnografía,  el folclore y las costumbres  asturianas, de hecho, hizo varias  investigaciones y publicaciones  sobre estos temas. Colaboró, asimismo, con varias revistas, como "La Politécnica Asturiana",  "Alma Astur",  "El Reformista" y en el semanario "La Aurora Social". Precisamente fue en estas colaboraciones cuando empezó  utilizar el seudónimo de " Juan Ibero". 
En el año 1916 aparece publicado su primer libro, "Cuentos y recuerdos de Asturias". si bien algunos de sus cuentas aparecen fechados en 1901. Se trata de una obra pionera  sobre la mitología, las costumbres y el folclore de Asturias, donde dedica  más de cincuenta páginas a la Sierra del Aramo - La Peña de Riosa", como el decía -. 



En el año 1920 publica su obra más importante, "Cuentos de la tierra que fue de los Zares", al que ya nos hemos referido con amplitud.



 En 1926 escribe un artículo sobre "Einstein y la antigua ciencia del cosmos", publicado el día 1 de enero de  en el periódico "El Noroeste", de Gijón.




 En 1931, "Juan Ibero" también escribe sobre cuestiones políticas: "Consideraciones acerca del movimiento político actual"; "Ahora, a servir a la República".
Sigue colaborando con diversa revistas y periódicos como la revista "Asturias Gráfica", y los periódicos "El Noroeste" de Gijón, "La Voz de Asturias", "Avance" de Oviedo, y "Nueva España" de Madrid. 
Pronunció diversas conferencias, como la que dio en el Ateneo de Oviedo  sobre cuestiones etnológicas que tuvo una gran repercusión. 

El que figura dentro del circulo es Juan Antonio López  Vázquez, " Juan Ibero", profesor del Liceo Mierense desde el año 1927 Se trata de una foto  del profesorado del referido Liceo, tomada en el año 1930 y publicada en el álbum de las Fiestas de San Juan Bautista:


*Transcripción de "puño y letra" de "Juan Ibero",  del pie de foto tomada en el Liceo Mierense con los demás profesores  que impartían clases en dicho centro en el año 1930 donde  él había ingresado como profesor de idiomas en el año 1927.

En el año 1935 publica su tercer y último libro, "Problemas de historia antigua de Asturias". En esta obra, trata de situar sobre el mapa actual ciudades, ríos y monumentos milenarios de los que tenemos referencia a través de los escritores clásicos, como Noega, Laberris, Lucus Asturum, Lancia etc. 
Otra de sus publicaciones fue la titulada "El Triunfo de Asturias"(mirando al porvenir de la tierrina).
Tras el  paréntesis de la guerra civil, sigue publicando artículos en "La Nueva España" y "La Voz de Asturias" y en el año 1945 escribió "El secreto de la xana", en la Revista de Dialectología y Tradiciones Populares de Madrid  y "Cuadros y escenas demosóficas de Asturias". 
En el año 1953, publica su última obra, "Los últimos calzones".
Por la carta manuscrita que envió en el mes de febrero del año 1967 a su amigo José Cabo González, Secretario del Ayuntamiento de Riosa, sabemos que  también llevó la investigación histórica de las ciudades de Oviedo, Gijón, Mieres y del Concejo Ribadedeva, sin embargo, no llegó a completar los datos que poseía del Concejo de Riosa; también, en esa misma carta,  animaba a su amigo a que escribiera una monografía de la historia de Riosa.
 Según comunicaba en un documento adjunto a esa carta a la que nos referimos, por aquel entonces tenía en preparación un trabajo titulado "Los Santuarios Históricos del Puerto del Aramo", en el que figuraba, como uno de los más significativos, San Adriano, según nos dice, uno de  los más visitados por "promesantes y romeros".







"JUAN IBERO" falleció en Oviedo el día 2 de agosto de 1971, siendo enterrado en el Cementerio de El Salvador.







Benjamín Alvarez "Benxa", en su libro "Laminarium de Aller, Riosa y Morcín", publicado en 1981, recoge una reseña sobre "JUAN IBERO" y la casa en que vivió en el pueblo de Les Texeres. 
La casa donde vivieron él y su  esposa María, en el pueblo de Les  Texeres y donde les prepararon una estancia especial para los recién casados, era la de sus padres, Pedro Fernández Díaz (Perico Martín) y Carmen Fernández Hevia). Creemos, que algunos autores, se han basado en esta referencia y hablan de la mujer de "Juan Ibero", como "Carmen Fernández Hevia", cuando realmente con quien se casó este escritor asturiano, fue con María -De las Nieves Orosia - Fernández Fernández - Carmen era su madre, dueña de la casa junto con su padre, Pedro (Perico) -

Casa de "Perico Martín", en Les Texeres (Riosa), donde vivió el escritor  D. Juan Antonio López y Vázquez-Prada, "Juan Ibero" y que, después fue conocida como la residencia de "Juan Ibero"(ref. Benjamín Alvarez, "Benxa": 



La casa pintada de azul, en el pueblo de Les Texeres, muy reformada en la actualidad, es la casa conocida como de Perico Martín y también de "Juán Ibero", donde vivió con su esposa María Fernández - natural de este pueblo -, el escritor y políglota asturiano Juan Antonio López Vázquez, "Juan Ibero", muy ligado al Concejo de Riosa:



Sobre "Juan Ibero", escribieron, el profesor del seminario D. Silverio Cerra Suárez, en un artículo publicado en la "Hoja del Lunes" de Oviedo, fechado el 10 de agosto de 1987 y titulado, "Juan Ibero, un asturiano en la tierra de los Zares"
 http://digibuo.uniovi.es/dspace/bitstream/10651/2965/1866/1987_08_10.txt.
D. Ignacio Gracia Noriega, en una entrevista imaginaria que aparece publicada en el diario "La Nueva España" el 24 de enero de 2005 en la sección "Entrevistas en la Historia"
 http://www.ignaciogracianoriega.net/enh/20050124.htm
Asimismo, el 21-08-2008, también, escribe sobre él el historiador, D. Ernesto Burgos, en la sección "De lo nuestro". "Historias heterodoxas"
 https://www.lne.es/cuencas/2008/10/21/cuentos-tierra-zares/687581.html

EL ARAMO O PEÑA DE RIOSA.-

Hemos hecho referencia, al gran amor que sentía "Juan Ibero" por nuestra tierra que podemos ver reflejado en una de sus obras, la titulada "CUENTOS Y RECUERDOS DE ASTURIAS" (1916). Este libro consta de seis partes, escritas en diferentes épocas: "Alrededor de mi Aldea" - Villamartín, 28-08-1900 -; "El Aramo" -El Valleto, 30-09-1901-;"Viesca" - Viesca, 15-10-1913 -; "La Ciudad" -Valdecuna, 10-01-1913 -; "¡Murias! ¡Murias!" Murias,16-08-1913 -; "Cantó Pachín ..." - Valdecuna, 01-09-1913 - . En la denominada "El Aramo"  hay una extensa referencia a nuestro Concejo, en concreto a la Sierra del Aramo (49 páginas, de la 11 a la 60). en el que habla de sus parajes, del sistema de pastoreo, costumbres, mitología, cuevas y simas etc., dándonoslo a conocer mediante  leyendas, cuentos ...
Esta parte del libro consta de los siguientes capítulos: "El Aramo", "Al Aramo", "La Peña", "El Crepúsculo", "En la Choza", "El Panorama", "Pozos y Cuevas", "La Noche", "Neblina", "De Leyendas y Mitos".

EL ARAMO.-

Comienza por denominar a la Sierra del Aramo como Puerto del Aramo o "Peña de Riosa". Una montaña para él muy familiar desde su infancia ya que podía contemplarla desde  El Valletu. La veía como un sueño irrealizable, como algo desconocido, inaccesible  y misterioso  que solamente podía alcanzar con la imaginación.

En esta foto sacada desde la finca donde se ubica el palacio de los Vazquez de Prada en El Valletu, al fondo se puede ver, cubierto parcialmente de nubes, el Puerto del Aramo - "La Peña de Riosa", como él decía - que tanto atraía, ya desde su infancia, a "Juan Ibero":



Una montaña en la que podían apreciar multitud de cambios, con solo observarla, como la dirección de los vientos, las nieblas, las lluvias, las tempestades y las bonanzas. Observando todos esos fenómenos, La Peña de Riosa les facilitaba mucha información. Así, cuando a sol poniente aparece velada por un sutil bermellón, significaba que, al día siguiente, habría buen tiempo, sin embargo, si aparecía cubierta de nubes, podía ocurrir cualquier cosa; el cambio del color de las nubes del violáceo oscuro al gris blancuzco, en horas de tormenta, significaba que deberíamos de ponernos a cubierto,  porque la lluvia era inminente.
 De forma poética, nos detalla como se muestra "La Peña" en la época estival con cambios y combinaciones de distintos colores. De forma mágica  va preparando la decoración para cuando el sol se oculta por poniente. Y cuando llega la época otoñal se produce "el contraste de contrastes", de la noche a la mañana la peña se muestra blanca con la aparición de las primeras nieves, que nos anuncian la proximidad del invierno.

"La Peña de Riosa", Puerto del Aramo  en otoño:



 "Juan Ibero" hace gala de su capacidad para describir todos estos cambios de forma poética. "Su soberanía se revela, sobre todo, en el temprano invierno, cuando viste sus galas de nieve en noches claras de luna llena".



Y aún se supera cuando describe la belleza de la vertiente oriental de la Sierra del Aramo nevada en un noche de luna: 
"Sobre un fondo pavorosamente oscuro, obstinado a la pálida luz de la noche aparece la Peña en todo su esplendor mostrando majestuosamente su nívea blancura, su forma abultada, horizontal, como colosal arca de plata bruñida, descansando radiante sobre oscuro túmulo, que forman las sombras de un monte más próximo, nos sugería fuese allí la morada del hada de la noche, a quien la calma y el silencio convidasen a dormir, pero la luna encargada de velar el sueño de la aldea, invita a los humildes a pasar la noche en contemplación de aquel cuadro de nítida belleza."
Pero no solamente era la belleza de la Peña y su forma de manifestarse lo que desde niño le atraía sino también el mundo misterioso y desconocido que se escondía en su interior.
Todo este interés por lo que escondía "La Peña de Riosa", aún fue mayor después de oir a la "La Gayola", una "muchachota" de Riosa, oriunda de la falda del Aramo y que trabajaba en casa de su abuelo. Era de ademanes torpes y palabras bruscas, sin embargo, con los niños se mostraba dulce y amable. Cuando hacía mal tiempo y no podía trabajar en el campo, les llamaba cariñosamente y los reunía en una dependencia conocida como la "Casa La Pila". Allí era donde  horneaba el pan. Mientras "peneraba" la harina y "arroxaba la forna" se ponía seria y les decía que todo lo que iban a oir era la pura verdad. 



Todos los cuentos e historias que contaba estaban relacionados con extraños acontecimientos de la vida, glorias y misterios de la Peña de Riosa. Con su rancio bable sabía captar la atención de los pequeños, aquella muchacha  torpe y brusca, en realidad, tenía un alma de artista. Era una perfecta conocedora del alma infantil. Como cuando les habló del rapaz perdido en la Peña, la música  melodiosa que oyó sonar al rayar el alba que le atraía a pesar del miedo que tenía etc. etc.
Bien por los cuentos de "La Gayola" o por medio de algunos colonos de su abuelo que, en ocasiones, hacían noche en la casa, fueron conociendo las historias de La Peña de Riosa que tanto les atraía.

AL ARAMO.-

Y llegó el día. Eran aún mozalbetes, cuando entre todos  los primos, se preparó una excursión al Aramo. El día anterior todo fueron preparativos, en medio de una gran alegría. Al llegar la noche  no podían conciliar el sueño. Con las primeras luces del alba, iniciaron el camino en dirección al "Alto" - Alto del Cordal o La Segá - a donde llegaron con los primeros rayos del sol. 

Vista del Puerto del Aramo "La Peña de Riosa" de "Juan Ibero", desde El Alto del Cordal o La Segá:



Mayeu Chombu, en el camino que siguieron desde El Valletu hasta el Puerto del Aramo - La Peña de Riosa - muy cercano ya al Alto de La Segá o El Cordal:


A medida que se acercaban más a la Peña estaban más emocionados. Por fin tenían ante ellos "La Peña" que veían desde su casa  y tanto ansiaban de visitar. Se mostraba majestuosa e imponente y, al contemplarla, sentían  a la vez, sensaciones de  admiración y miedo. Lo que no sabían era que entre "EL Alto" y "La Peña", aún les quedaba  un largo camino por recorrer, con un profundo valle a la derecha  -el Valle de Llamo - 

LA PEÑA.-

"El Aramo o "Caumoso Eramo", yermo cubierto de nieve, como lo denominaron los romanos, los acogió en uno de sus dominios, "La Peña de Riosa", un monte por el que siempre sintieron admiración. Por fin habían llegado hasta ella. 



Se sintieron como si hubieran sido trasladados por fuerza de un sortilegio a un planeta de reales sueños.  Ascienden en travesera por terreno tortuoso surcado de senderos "escalabrinándose" en todas las direcciones hasta perderse en las cumbres. A través de ellos circulan las vacadas en primavera y en otoño, siendo la principal riqueza de los naturales de la montaña.
Parecían  audaces exploradores investigando un mundo desconocido a través de un laberinto de sierras, repliegues, quebradas y peñascales. Estaban en "La Peña de Riosa",  aquella que desde muchos años atrás en el tiempo había sido explorada en todos sus rincones en busca de sus ricos filones de mineral. Todas las dominaciones que pasaron por esta tierra se aprovecharon de sus riquezas. Pero la leyenda de La Peña se agranda aún más, si cabe, con las arcas llenas de oro que los moros, en su desordenada huida, habían dejado escondidos en cuevas y simas de esta montaña. Así pensaban los ayalgueros que creían al pie de la letra lo que decían las gacetas, no dejando sin explorar ninguna de las oquedades de la Peña.
Todo este conjunto de cañadas, ventisqueros, fuentes, cuevas, pozos, son lugares apropiados donde pueden habitar los más irascibles y bellos genios de la mitología asturiana.
Las "xanas", los "duendes", los "nuberos", las "lavanderas" y la "huestia", vivieron  durante siglos a sus anchas  en La Peña. 
Después de tanto caminar escucharon por primera vez la voz humana, se trataba de un joven vaquero enderanzando  las reses.
Llegó la noche y era necesario buscar una cabana donde pasar la noche. Entablaron amistad con los vaqueros de uno de los "mayaos" quienes enseguida les invitaron a pasar la noche en una de sus "cabanas".
Describe esta cabañas, como chozas, moradas semejantes a las de la edad de piedra, hechas de grandes piedras calizas, cuyo interior se reduce a un llar y a una camera mullida con "gorbices"; una manta de jerga de basto lino casero servía para taparse  y  los zurrones colgados del techo; se utilizaban para llevar a la aldea  las mantecas una o dos veces por semana.

















EL CREPÚSCULO.-



La descripción que hace "Juan Ibero" de un  crepúsculo contemplado desde el Puerto del Aramo, roza la perfección y la excelencia.
A la puesta de sol es el momento de contemplar el grandioso espectáculo desde cualquier de los picos que rodean el "mayeu" - majada -. Presenciar un crepúsculo estival bajo un cielo enteramente azul, roza lo sublime.
Nos parece interesante reproducir literalmente sus palabras: " El incendio del sol en el árido  horizonte, esparce los reflejos de su hoguera, cubriendo de púrpura las peñas y tiñendo de tenue rosa el compacto, inmenso mar de nubecillas blancas, que como ilimitado  campo cubierto de uniformes, pétalos de magnolia, bajo nosotros, en la hondonada, inmóviles, en éxtasis quedaron, dejando ver del resto del mundo la cresta de algún pico que salía a la superficie cual inhabitado islote en un mar solidificado."




Son momentos de paz y de calma solamente interrumpido por el tañido de los cencerros de las vacas, estampa que bien podía ser digna de una égloga. 
 Y sigue dándonos su visión poética del crepúsculo en la "Peña de Riosa".
"Apaga el sol su rojo fuego y en su postrer aliento tiñe La Peña de sutil violeta como queriendo otorgarle en la agonía, su virginal color".
Esfumánse las montañas, mientras en occidente, una franja anaranjada, sirviendo de cortina entre el día y la noche, va gradualmente disipándose  llevando consigo el último deleite del crepúsculo, y ... espira el día.



Los excelsos crepúsculos de La Peña, de los cuales debieron haber tomado modelo las luces y colores de las grandes pompas paganas, barren las penas del corazón, elevándole a sentimientos sublimes".

EN LA CHOZA.-



Con la llegada de la noche se recogen en la cabaña, las noches en La Peña son frescas, aún en pleno verano.
"Juan Ibero", nos cuenta como era la vida de los vaqueros dentro de las cabañas de la Peña de Riosa en la segunda década del siglo XX, hace un siglo, algo muy interesante que nos permite conocer un retazo de nuestra historia. Por aquel entonces los vecinos de los pueblos, carentes de  cualquier medio de comunicación importante, a excepción de caminos y veredas, vivían aislados en sus aldeas, trabajaban el campo y atendían sus ganados, que en la época estival, enviaban a los pastos de altura, "La Peña de Riosa" o Puerto del Aramo. Por esa razón los mayaos -las majadas -, donde solía haber varias cabañas, eran como pequeños pueblos, en los que convivían vaqueros y vaqueras, incluso algunos jóvenes. Cada "cabana" podía albergar entre 5 y 10 personas. 





La estampa que describe es excelente,  nos parece revivir como era la vida y milagros de estas gentes, sacrificados trabajadores en una época difícil para sacar adelante su familia.
  Los vaqueros reunidos entorno al fuego y junto a ellos  varios jóvenes de ambos sexos; la vieja negra y arrugada como "una momia" que, a modo de rabadán, mantenía el orden dentro de la cabaña; el vaquero NOLÍN, perfecto conocedor de La Peña, los mayaos, y los vaqueros que habitan en cada uno de ellos, los nombres de las reses, los parajes peligrosos para el ganado, donde se encuentran las fuentes y los pozos de nieve, donde tiene su guarida las liebres,  los zorros y la fuina,  las loberas;  donde anidan los pájaros, los buitres, los ferres... Conoce los pozos de "Trasmonte", 



del "Glayeru" 



y de "Caruela" ...; sabe los nombres de los picos, campas, las gavias y despeñaderos; conoce la utilidad de las plantas de La Peña, como la arzolia de roca para curar las heridas del ganado. 

Arzolia de roca:



Y un montón de cosas más. 
De vez en cuando, la vieja, participa en la conversación para saciar la curiosidad de los visitantes y a la vez atacar a los vaqueros, espetándoles que ellos desconocían muchas cosas de La Peña.
"Vosotros, arguía la vieja, dirigiéndose a los vaqueros, que nunca oyestes la voz del diañu burlón, nin viestes los nuberos empinaos pe  les peñes, onde montin nes nubes qu´ellos gobiernen a caprichu; nin sabeis onde facien calceta les xanes; ni onde al manecerín sonaba xente cantar como los anxeles del cielo; nin cuales fuentes tuvieron el cañu de oro; ni onde moren los duendes; nin oyestes gritar al páxaru del agua; ni entendeis una jota de parla y ruios de La Peña, nun gurguteis, que pe la pena andais a ciegues como los topos".
Los vaqueros más jóvenes protestaban y presumían de conocer historias y leyendas oídas a sus padres y abuelos pero que nunca llegaban a completar. NOLÍN se reía de ellos.
De repente pican a la puerta y entra en escena otro viejo vaquero, PIN DE LLAMO. Está preocupado porque no encuentra una vaca y, mientras calienta sus manos en el fuego, les pregunta si saben de su paradero. Se teme  lo peor.
"Juan Ibero" se refiere a otro aspecto que  consideramos muy interesante, el cortejo entre los vaqueros y vaqueras de los diferentes Mayaos -majadas - del Puerto del Aramo.
Mientras permanecía el ganado en los pastos del atura en la época estival, en los diferentes mayaos, pernoctaba mucha gente que estaban al cuidado de sus reses.
Según era costumbre, al terminar la faena, los miércoles y los sábados por la noche, los vaqueros iban de unas majadas  -mayaos - a otras a cortejar a las mozas vaqueras. Las reuniones se animaban, "... abundando las agudezas rústicas con que los mozos demuestran su vivo magín -imaginación - a las mozas, prefiriéndose los temas que por su ingenioso asunto y travesura, sirvan a excitar la risa".
En el caso que alguien intentase sobrepasarse, las mozas reaccionaban de forma brusca, llegando a golpear a los mozos con las madreñas o algunos de los troncos utilizados para el fuego.
Concluidas las reuniones, llegaba la hora de la cena, una cena que, según nos cuenta "Juan Ibero", era a base de leche y borona.   Mientras se cenaba se comentaban las incidencias del día, se hablaba del ganado y de los pastos.
Después de cenar, todos se acuestan en la camera, las mujeres a un lado y los hombres al otro. Normalmente en una "cabana" solía haber entre 5 y 10 personas. En general, son las mujeres las encargadas de mantener el fuego vivo durante la noche, para protegerse del frío y, también para mantener iluminada la cabana.

EL PANORAMA.-

Con los primeros rayos del alba, se levantan con la intención de que NOLIN Y PACHÓN DEL CANTU les llevaran a conocer los pozos de nieve y otras oquedades.
"Evaparábase   la tenue niebla, herencia de la noche, con alegría nuestra; y al despojarse La Peña de sus cendales -nubes- matutinos, el rey luminoso, salió acelerado a darle un baño de luz".






La descripción que hace de todo lo que van encontrando en su largo recorrido es excelente.



"... nos llevaron a través de hondas cañadas y pintorescas bóvedas naturales; sobre cortantes picos al borde de tremendos precipicios, sombríos recodos, alfombradas campas de fino césped, donde pacía el ganado con gran solemnidad, recónditas camperillas, cuyo suave y muelle tapiz parecía esperar a las odaliscas de un harén,y, que entrando allí, daban tentaciones de echarse a la larga conjurados por la pereza; románticos lugares, donde parecía haber rivalizado el arte el arte escultural en sus estilos grotescos. Confusa multitud de roca caliza en que a las formas humanas se entremezclaban las de los animales y cosas, nos circundaban hasta el lejano horizonte: pirámides, obeliscos de roma o afilada aguja, sonrientes y taciturnas  esfinx; monstruosos monumentos ecuestres; estatuas en ruinas en todas  las actitudes imaginables ..."



"Tan pronto creíamos ver las ruinas de una gran ciudad prehistórica de la que solo restaba el caos, la desolación y el silencio, como las siete colinas de población legendaria destruida por un terremoto; como abandonada necrópolis de soberanos y vasallos de una potente raza desaparecida". 



Caminaban absortos contemplado todo este panorama cuando, de pronto, NOLÍN y PACHÓN, les sacaron de su ensimismamiento, anunciándoles que habían llegado  al pozo el "ERMITÓN"

POZOS Y CUEVAS.-

Pozo de nieve de Sierra Negra:



Un poco recelosos y con cautela se acercaron a la boca del "ERMITÓN"  -nosotros creemos que  este pozo es el que se encuentra por encima de la Ventana L´Abeduriu, en la zona del Picu Los Bescones, antes de bajar en dirección noroeste hasta la Campa Tras el Picu -. Es un boquete horizontal abierto en la roca, formando bóveda  por la que cabe holgadamente un hombre de pie. Al asomarse , les causa una gran  impresión y, aunque parezca el camino que conduce al fondo de la tierra, al mirar hacía abajo creyeron ver una mancha blanca, era la nieve. NOLÍN baja al pozo y regresa con un buen bloque de nieve cosa que agradecen ya que lucía un sol esplendido y ya habían agotado el agua.
Desde allí siguieron su camino con la intención de llegar a la misteriosa "Cueva de Gancios", a la que se referían los vaqueros como algo monstruoso y a la vez maravilloso. En el trayecto, los vaqueros van relatándoles  los misterios que encerraba esta cueva. Y cómo, durante el año, eran muchos los hombres que venían de lejanas tierras, guiados por las gacetas, en busca de los tesoros que guardaba.

Entrada de la Cueva de Gancios, en el Valle de Foz:



Por fin llegan a la cueva. Su entrada es muy diferente  a la del Pozo "El Ermitón". Estaba disimulada  entre unas rocas y más bien parecía la guarida de un alimaña. No dejaba ver su interior parecía como si los incitara a adentrase por su boca para averiguar sus secretos, empresa que, a algunos les costó la vida.
Mientras descansaban, NOLÍN Y PACHÓN DEL CANTU, les contaron la historia de hace mucho tiempo, en la que un un grupo de "ayalgueros" decidió bajar  a esta cueva-sima en busca de sus tesoros. Fue  a un joven  y aguerrido mozo al que le cupo el honor de bajar el primero. Le amarraron una cuerda  a la cintura y se internó en los abismos de la sima.

Inicio de la sima en la Cueva de Gancios:



Soltaron metros y metros de cuerda  hasta que notaron  que que ya no sostenían la pasada carga, por lo que entendieron que había llegado al fondo y había iniciado la exploración. Pasaron las horas y, cuando creyeron que  había transcurrido el tiempo suficiente, tiraron de la cuerda, pero notaron que no tenía peso. La cuerda salió sola. Volvieron a bajarla con una gran piedra amarrada. Pasado un tiempo, volvieron a tirar de la cuerda y salió solamente la piedra. Pasaban las horas, se hacía de noche y la inquietud hizo presa en aquellos hombres. Volvieron a bajar la cuerda, esta vez con un esquilón amarrado con el fin de que su compañero pudiera oirlo. Sin embargo, a pesar de que repitieron esta operación varias veces, siempre sacaban el esquilón nada más. 
Entonces, el más joven del grupo decidió bajar en busca de su compañero. Después de un buen rato sacaron al muchacho exhausto y con el terror reflejado en su rostro y con apenas fuerzas para decir que no había visto ni oído nada.
Al día siguiente continuaron con los trabajos de salvamento. Habían dado aviso a los pueblos más cercanos y un gran gentío se había acercado hasta la cueva  con el fin de ayudar. Todo fue en vano: el apuesto mozo quedó para siempre en el fondo de la sima.  los vaqueros les explicaron lo que podría haber ocurrido. Una vez abajo, el mozo se desató de la cuerda para realizar la exploración en busca de los tesoros. Se habría caído  quedando sin la luz de su farol, por lo que se habría extraviado y no fue capaz de hallar la cuerda cuando volvía cargado de tesoros. Una explicación más propia de la imaginación que de la realidad, sobre todo, después que la cueva de Gancios ha sido explorada en varias ocasiones y sabemos que no existen esos laberintos de galerías  de los  que hablan los vaqueros. Nosotros mismos, en el año 1970 bajamos a esa sima  con el Grupo de Espeleología y Montaña Gamonal.
Y siguieron su ruta. Los vaqueros les decían que en La Peña había mucho oro escondido. Y así fue como les contaron otra historia acaecida en un pozo  al que llaman "LA NIEBLA".

Pozo La Nublina:



Fue "Pachón del Cantu" el que les contó la historia de este pozo, historia que a pesar del tiempo transcurrido, permanecía en la memoria de los paisanos y de la que, como final, se obtiene una sabia enseñanza.
Según les contó, es un pozo de poca profundidad por lo que desde la superficie se podía observar el fondo. Uno de los ganaderos que  que cuidaba sus reses por esta zona, se percató de que el fondo del pozo tenía un brillo especial, como si estuviera sembrado de diminutos diamantes. Le picó la curiosidad y descendiendo hasta el fondo, recogió un puñado de aquella tierra brillante y lo sacó a la superficie; a la luz del sol brillaba aún más, comenzando a cavilar que aquello podría tener valor. Se lo enseñó a uno de sus vecinos que sabía mucho de tesoros y "ayalgas", quien no dudo en sentenciar que aquello era polvo de oro. Se conjuraron para guardar el secreto y se dirigieron al pozo provistos de unos "fuelles" -odres -, de los que se utilizaban  para traer la harina del molino, y regresaron a sus casas cargados de "polvo de oro". Dieron varios viajes pero, a pesar de que lo hacían con el mayor sigilo, aquellas continuas idas y venidas, fueron observadas por algunos de sus vecinos. Sospecharon que algo de importancia se traían entre manos, les siguieron hasta el pozo y descubrieron lo que hacían. Esperaron a que ellos se marcharan y bajaron al pozo, descubriendo que el suelo brillaba intensamente. También se conjuraron en guardar el secreto y transportaron hasta sus casas  el brillante polvo que creían era de oro.
A pesar del secreto, la noticia se corrió por toda la zona - "El secreto se transmitió de unos a otros por el consabido método de "Polichinela", sabiéndolo todo el pueblo a los pocos días."
Todos querían sacar partido del hallazgo "... allí ardió Troya"
Hombres y mujeres corrían hacia el pozo con "fuelles" y sacas. Se corrió la voz al "Pozo de La Niebla" llegaron  gentes de otros pueblos en busca del oro. Era tal el gentío que, a cada momento, surgían riñas y peleas por bajar al pozo, incluso entre familiares. Todo aquel espectáculo era algo similar a la fiebre del oro. Fuera como fuera, a la postre, el que más y el que menos, todos habían hecho acopio del polvo brillante. Todos hacían su cábalas sobre el valor de aquel tesoro y en que lo emplearían. 
"El Pozo de la Niebla" quedó esquilmado, hasta tal punto que solo en el pueblo de Villar  habían recogido veinte toneladas.
Un vecino impaciente, cargó una talega y la llevó a la Escuela de Capataces de Mieres, quería saber el verdadero valor de su tesoro. El profesor de mineralogía fue el encargado de analizarlo. La respuesta supuso una gran decepción"... semejante oro no servía para otra cosa más que para fregar el suelo de su casa". Al paisano le costó trabajo digerir tal evidencia ".. aquel pozo era de la niebla, es decir del humo; pero no del oro".
Al anochecer regresaron a la cabana en el "mayau" donde, como era sábado, encontraron algunos vaqueros más.

LA NOCHE.-

Cuando llegaron a la cabaña los vaqueros atendían al ganado. A pesar del fresco se tumbaron al abrigo de unos riscos admirando la grandeza de la noche cercana. Con las primeras sombras algunas estrellas brillaban en el cielo como si fueran guías de navegantes.
Las voces del "mayeu" fueron apagándose y reinó el más absoluto silencio, solamente interrumpido por el tañido de los cencerros de las vacas. La oscuridad lo inundaba todo y los mantenía un tanto inquietos. Tenían la esperanza que todas aquellas sombras se disiparan de repente. Su esperanza se convirtió en realidad cuando, por encima de un afilado pico apareció la luna, "... riente y gozosa de su fácil victoria sobre el caos, el misterio y recelos de la noche".



Todas las figuras y caprichos de las piedras calizas que habían admirado durante el día, en la noche, a la luz de la luna, adquirían formas  diferentes,"...ya no había ruinas ni cementerios sino un vergel que inspiraría al gañan más zafio".
Que "Juan Ibero" era un estudioso de la mitología asturiana, del idealizado mundo de las Xanas, ha quedado patente en varios pasajes de este su libro "CUENTOS Y RECUERDOS DE ASTURIAS" (1916). Uno de esos pasajes es el que os ofrecemos a continuación:
"Las hondonadas bañadas  en aquella dulce claridad, de infinita calma, parecían ser la mansión predilecta de las heroínas de los cuentos de la Peña, donde debieron jugar, comer y danzar sus vaporosas danzas, subiendo hasta las elevadas prominencias de las rocas, de maravillosa decoración, donde reposarían de sus recreos en tronos patriarcales, para volver a recordar sus danzas, no pudiendo nosotros, hijos del sol, observarlas, en sus juegos con los rayos de la luna".
Semejante hermosura era el paraíso perfecto de las Xanas.
"Juan Ibero" nos adentra en el mundo mitológico, dándonos una descripción poética de las Xanas "asustadizas, esquivas y vaporosas, pero condescendientes y sensitivas, llenas de ingenio, de bondad y de pasión".
Igual que hizo en otros pasajes de su libro, como " El Crepúsculo"o "El Panorama", donde utiliza un admirable lenguaje poético para describirlos, en la "La Noche", incluso  se supera. Nos transporta a ese mundo mágico de modo que, sin darte cuenta y de pronto, te parece que estás viviendo una experiencia real en un mundo irreal, el paraíso de las Xanas.
"... Surgían de sus moradas envueltas en preciosas túnicas argentinas, en mañanas puras, al romper el alba, con el raudal de las deliciosas fuentes que brotan de las rocas preludiendo canciones amorosas, en retiros rebosantes de frescura y eterno sosiego. Sur ojos zarcos, orlados de aureas cejas, tímidas y bulliciosas, fascinaban con sus miradas de dulce sugestión, en las que se leía  el amor encendido en sus pechos de nieve que era en ellas, unido a la poesía, el supremo principio de su existencia; y para hacerse  acreedoras de él, hacían uso de todas sus gracias derramándolas de modo real, en adición de todos los tesoros de sus palacios, sobre el primer  hombre que acertase a desencantarlas, haciendo blanco en ellos con alguna prenda propia.
Las primorosas danzas y juegos en las márgenes de la fuente, mientras secaban las madejas de hilo de oro que han hilado durante el día, tendiendolas entorno al manantial; son figuras chiquitas, decorativas y atrayentes; sus animados coloquios sin palabras; sus risas mudas de franca alegría, impregnadas de aromas; sus labios de rosas silvestres y la inmaculada blancura de sus dientes de nieve; el acariciador ensueño de sus mansas miradas provocaban el irresistible deseo de cautivarlas".
El recreo de las Xanas duraba el tiempo del crepúsculo matinal.
Apenas el primer rayo de sol hería los dorados hilos de las madejas y besaba sus cabellos de  oro, recogían precipitadamente sus labores y volvían a sus opulentos palacios de roca, cuya entrada cubrían cristalinas ninfas de la fuente"
El tiempo pasaba y ellos, a pesar del frescor de la noche, permanecían ensimismados contemplando aquel paraje paradisíaco coronado en el el cielo por collares de diamantes que brillaban en el infinito como si de una gran gala celeste se tratara.
Los vaqueros, ante su tardanza en regresar al "mayeu", creyeron que se habían extraviado y salieron en su busca. Regresaron todos juntos a la cabana, ellos con ganas de "calecer" entorno al fuego.
Era sábado y, por tanto, según la costumbre, noche de cortejo en los mayaos -majadas - de "La Peña de Riosa".
Se hacían los dormidos, pero escuchaban las charlas amorosas de los mozos y las mozas. Contaban chistes, se ponían motes ridículo, se gastaban bromas, se arrojaban las cenizas del fuego, se acometían con tizones, todo para atraer la atención de las mozas. Todo ello formaba parte del juego amoroso. Ellas se mostraban burlonas y desdeñosas lo "... que servía de acicate para encender en ellos la pasión".

LA NEBLINA.-

Cuando se levantaron al día siguiente, desayunaron con los vaqueros una buena "zapica" de leche recién ordeñada.
El panorama había cambiado totalmente, estaba frío y la niebla ascendía de los valles rodeando los picos, apareciendo y desapareciendo. "La Peña de Riosa" les mostraba otra de sus caras, dando paso, finalmente, a la aparición del "orbayu".
La Peña, invadida por la niebla, parecía esconder muchos misterios.
NOLIN les había hablado de uno de los vaqueros que más historias y cuentos sabía de la Peña estaba aquel día en el "mayeu" porque no había localizado a una caballería. Le buscaron y, cuando hablaron con él, les dijo que iba a partir en buscar de  la caballería que le faltaba. Se ofrecieron a a acompañarle y aceptó.
Cuando cesó el "orbayu" salieron en busca de la "burrica", como él decía. La espesa niebla dificultaba bastante la búsqueda del animal. Caminaban a ciegas, solamente guiados por la experiencia del vaquero. Poco a poco la niebla se iba disipando y cuando estaban a punto de llegar a otro de los "mayaos" - majadas -, el sol se abrió paso entre las nubes. Los vaqueros de la majada les informaron que la caballería que buscaban estaba en lugar seguro, lo que alegró a nuestro guía y dio pie  a que respondiera a muchas de nuestras preguntas.

DE LEYENDAS Y MITOS.-

Durante el regreso, el vaquero les contó que en el Aramo existían celebres monumentos romanos como "PENALTUM" y "PAN DE LA FORCA", también,  cuevas donde se reunían nobles y plebeyos para organizar la resistencia contra la invasión napoleónica. Sin embargo, de todas estas cuevas, la más importante, equiparable a las "Catacumbas" de Roma, era la conocida como "COLUMBARIA" - cueva de las Palomas -. Parece ser que el cura del pueblo contaba a sus feligreses esta historia.
Los romanos explotaron minerales del Aramo y lo hacían mediante esclavos. VIANEGLIO, experto en la búsqueda  de  metales preciosos, era violento y despótico, su ley era la fusta y el látigo. Se le conocía como "Buey negro", en vida y como "Buey treinta veces" , en muerte.
Este patricio romano, tenía  una hermosa hija para quien  mandó construir  un gran palacio en El Aramo y para que cuidase de su hija adquirió una esclava cristiana. En la soledad del palacio, ama y esclava se hicieron amigas, hasta el punto que la esclava convenció a su ama para que se hiciera cristiana.
Al regreso de unos de sus viajes a Roma, un hombre de confianza de Vianeglio, le comentó lo que sucedía. Este se puso furioso, no dando crédito a lo que le decía y lo llevó ante su hija para que ella misma acabara con él. Pero su hija, huyó del palacio junto a su esclava. En su huida, llegaron hasta la gran roca "BISLONGA" que les cortaba el paso. VIANEGLIO creyó que las tenía acorraladas, se lanzó en pos de ellas  pero la gran roca se abrió apareciendo en la hendidura una escalera de fácil acceso . "Juan Ibero" nos cuenta "(talmente aparece en el día de hoy)"  -se refiere a la fecha en que escribió el libro en 1901 -. Esta escalera condujo a los fugitivos a la cueva, que había de llamarse  COLUMBARIA, donde guardaban los cristianos su altar dorado. Llegó Vianeglio disparando su arco a la vez que resonó un potente voz en la cueva decía ¡BOSTRICIES!  - buey treinta veces -, cayendo un gran peñasco sobre él que acabó con su vida.
"Las dos cristianas heridas de muerte, abrazadas, entregaron su vida al Redentor y de la cueva salieron volando dos hermosísimas  palomas, mitad blancas  y mitad rojas, símbolo de la pureza y del martirio"
"Juan Ibero" menciona que la entrada de la cueva llamada Covona Bostriz fue hallada hace algunos años: "Hace algunos años fue hallada la entrada de la Cueva Columbaria, que también se llamó la Covona de Bostriz, una lápida existente hoy en el pueblo de Villar de Castandiello en la que está esculpido un extenso epitafio en latín que da testimonio de ser consagrada por un hijo de Cesar a Vianeglio".
Bajaban de la montaña sedientos  y el vaquero les llevó dando un rodeo a la "Fuente de Las Xanas". Describe "Juan Ibero"  su ubicación y el maravilloso paraje  donde se hallaba. Después de saciar la sed, se tumbaron en la hierba admirando "aquel pintoresco retiro" y, aunque el vaquero no lo hubiera dicho,  "hubiéramos adivinado que aquel lugar había sido un patio de recreo de las xanas"
Estando disfrutando de este entorno tan maravilloso fue cuando su guía les contó otra de sus historias sobre esta fuente:
Pericón había tenido un mañana de mucho trabajo atendiendo el ganado en el Puerto, no obstante, era un hombre fuerte, al que nada se le ponía por delante. Se estaba acercando a la fuente cuando se percató  que en ella había una preciosa joven. Tejía con brillantes agujas y le sonreía. El sabía que era una Xana. Quedó perplejo e inmóvil, sin habla. Cuando se recuperó de la impresión la Xana ya había desaparecido. A partir de aquel encuentro solamente pensaba en como desencantarla y hacerla suya.
"Ni las quejas, silbidos y gritos de los entes nocturnos, ni la furia de los nuberos portadores de tempestades, ni los ojos de fuego de la Huestia, ni los porrazos, chasquidos y murmullos en el fondo de las cañadas de los genios de los torrentes, ni las mordeduras del cuelebre, arredrarían al mozo en sus propósitos"
La xana no salía todos los días, solamente  después de una noche tibia a la que " seguían  los fulgores de la límpida luz del alba", por lo que a pesar de que Pericón regresó a la fuente no la encontró.
Siguió haciéndolo en más ocasiones y en una de ellas encontró allí a Fonso, un mozo gigante. Se hallaba subido en un cerro con la montera en la mano. Por su actitud pensó que Fonso rondaba a la Xana y que era su competidor. Los celos se apoderaron de Pericón y juró aplastar  aquel torpe e inoportuno mozo con una piedra si se interponía en su deseo. La Xana no apareció y Fonso y Pericón se retiraron sin dirigirse palabra. Hubo un día abrasador al que siguió la tormenta. Por la tarde ya lo había advertido  XUAN CABRITO , el nuberu asiduo de la Peña, vestido con su traje de piel de carnero y su zurrón a cuestas. Y llegó la tormenta que asustó  al ganado con sus atronadores truenos y sus luminosos rayos zigzagueantes que se estrellaban contra los picos. Después crecieron los torrentes, aparecieron pequeñas lagunas y cascadas en los desfiladeros ...
Pericón lo observaba todo desde su escondite. "Oyó el trajín de las amigas de los nuberos, las lavanderas, lavando ropa en el fondo de  de las grietas y cañadas profundas"
Las lavanderas no consienten que nadie las observe, de manera que si descubren a alguien espiándolas, le ahogaban en la corriente
"Golpean la ropa con palas aprovechando los espumajosos remolinos del torrente y, terminado su trabajo, móntanse sobre las palas y se dejan llevar de la corriente hasta sus moradas en el río"
Pericón volvió a su casa, al contemplar que no había estrellas en el cielo, lo que le hizo pensar que la Xana no saldría al día siguiente, sin embargo la mañana apareció propicia para la salida de la Xana Al darse cuenta de ello, Pericón, salió corriendo hacia la fuente de Las Xanas. Pensar que podía encontrar a la Xana en los brazos de Fonso le hacía correr más deprisa. Por su parte, Fonso, aquella noche no durmió y, antes de amanecer, se dirigió a la fuente lleno de amor para la Xana y odio y desprecio para Pericón.
Cuando  Pericón llegó a la campera de la fuente vio que Fonso yacía inerte en medio de un charco de sangre. La Xana estaba allí, cerca de la fuente pero, ni reía, ni bordaba, tenía una mirada de pena con los ojos fijos en el gigante caído. Ni se dio cuenta de la llegada de Pericón. En este trance, Pericón le lanzó la montera haciendo blanco en su delicado pecho. Esta acción supuso la liberación de la Xana de su encantamiento, su rostro reflejó la alegría, "abrió los ojos y vio delante de si  a Pericón, inmóvil, riéndose con sencillez ingenua. Sonriose la Xana e irguiendo su talle gentil, estrechó en sus brazos a su libertador.". Pericón no quería riquezas, se conformaba con llevarla al pueblo y que todos la vieran. "Salió el sol y sus rayos doraron las siluetas de los dos enamorados". Pericón se llevó la última Xana de la Peña. Aquel día sonaron las gaitas y y todo era alegría, el pueblo entero celebró una gran fiesta en horno de la Xana a la que hicieron su reina. Incluso las campanas cambiaron su tañido de dolor por el mocetón muerto en el Puerto, "víctima, quizá, de un arrebato alucinador hacia lo bello", por la alegría.
Aunque en esta narración hay muchos pasajes completos, muchas palabras y expresiones de las utilizadas por "Juan Ibero" en la parte de su libro "Cuentos y recuerdos de Asturias" dedicada al Aramo, queremos dejaros el texto íntegro para que podáis admirar y apreciar mejor la forma poética de  expresarse de este autor tan ligado al Concejo de Riosa, en  muchos de los pasajes de su libro.



























































Por último quiero  referirme al Palacio de la familia Vázquez de Prada en el Valletu, Parroquia de Valdecuna (Mieres), perteneciente a la familia de la madre, Pilar, y en el que vivió "Juan Ibero"en la infancia y en la juventud.

EL VALLETU.-



Según escribe Alberto Montero Prieto en su libro "El Valle de Cuna a través de los tiempos" la casa de los Vázquez de Prada, se estableció en el Valle de Cuna hacia el año 1590. En este año, Lope Vázquez, natural de Retrullés (Lena) se hizo cargo de la feligresía de Santa María de Valdecuna. Así fue hasta el año 1627. Durante este largo periodo, Lope Vázquez, adquirió muchos bienes  en el Valle de Cuna.
 El Palacio del Valletu se halla ubicado en un entorno rural, es de estilo barroco y está catalogado como bien  de interés cultural. Representa una quintana  de familia acomodada que se remonta al siglo XVII.



Se trata de una posesión de carácter señorial con vistas al valle. En el entorno del palacio, se hallan las construcciones auxiliares como las casas para los colonos, 








una panera (1790), en la que en uno de sus liños figura la siguiente inscripción: "HIZOSE ESTA OBRA POR MANDATO DEL SR. GREGORIO VAZQUEZ PRADA EN DOCE DE SETIEMBRE DEL AÑO 1790"







una fuente del año 1864, con su bebedero, sin  embargo, el emplazamiento actual no es el original, como consecuencia de un corrimiento de tierras, que la derrumbó. El guarda de la finca, Jesús González González, natural de Tuiza de Arriba y que lleva desde los dieciocho años como guarda - mas de 40 años - fue quien nos lo contó. Precisamente fue él quien  la reconstruyó en su emplazamiento actual,



un palomar de piedra de forma circular  con cubierta cónica, 













las cuadras (1826),




 Por debajo y hasta el río se halla la pomarada cercada de piedra y con un portón cubierto. En el río, tenían un molino.
 El acceso al palacio, que se encuentra dentro de un recinto amurallado, se realiza a través de un gran portalón de  madera coronado por un arco de piedra de medio punto.



 Superado el portalón sigue el camino empedrado y entre dos potentes muros por el que se llega hasta la la antojana, también empedrada con cantos rodados -antiguamente, antes de acceder a la antojana, existía una gran verja de hierro -




 A la derecha de la fachada principal, estaba el jardín al que se accedía a través de una portilla de reja de hierro fundido y a la izquierda, los edificios auxiliares. El palacio tiene forma rectangular, consta de dos plantas, muros de mampostería de piedra con sillares de piedra de grano en esquinas, arcos y pilares. Tiene cubierta a dos aguas, con caballete paralelo a la fachada principal, quebrado en el centro para proteger el escudo de armas de la familia coronado por un pináculo. Dispone de un amplio alero.






La fachada principal es digan de reseñar. En la planta baja se abren tres arcos  apoyados en pilares ochavados, por los que se accede al zaguán, dotado en el piso con losas de piedra y en el que se conserva una lápida del siglo XVII procedente de Santa María de Cuna por  la que se dota a la familia de  "sepultura, escaño y tarima" (1680).


Foto: Publicación Ayuntamiento de Mieres

Palacio del Valletu. Al fondo, puerta de hierro que daba acceso al jardín y, a la derecha, las cuadras:



 En la planta superior, existen cinco huecos, el del centro con balcón volado y, sobre él, el notable escudo de la familia.



El conjunto de edificaciones y su entorno formaban una unidad de producción y son ejemplo de representación social. 
Si queréis ver algunas de  las dependencias de la planta noble podéis hacerlo pinchando en el siguiente enlace:
https://asturiaspordescubrir.com/articulos/palacio-de-valleto/

Otras fotos del recinto del Palacio del Valletu en Valdecuna (Mieres) y su entorno:













Agradecimientos.-

Quiero expresar mi agradecimiento a Higinio Hevia, quien me ha facilitado la parte dedicada al Aramo (Peña de Riosa) en el libro "Cuentos y Recuerdos de Asturias" de "Juan Ibero", escritor y políglota asturiano que estuvo casado con su  tía María Fernández, de Les Texeres; asimismo he de agradecerle que me haya facilitado algunos artículos publicados por el mismo autor.
También, a Amada Fernández Hevia, prima de María Fernández, quien me  ha dado datos muy interesantes de la época en que, "Juan Ibero", vivió en Llamo y Les Texeres; igualmente, por haberme facilitado una foto de María, que aparece incorporada a este trabajo.
A Marcos García Mallada, por facilitarme una de las fotos que figuran en este trabajo.
A Jesús González González, guarda del recinto, natural de Tuiza de Arriba y que lleva des de los dieciocho años como guarda - mas de 40 años -, por permitirme sacra fotos del Palacio del Valletu y todo su entorno.
Por último, quiero agradecer a José Antonio Alvarez Alvarez, Juez de Paz de Riosa quien, en los días que estuvieron cerradas  las oficinas del Registro Civil por causa del COVID-19, me ha facilitado las certificaciones de nacimiento y matrimonio de María Fernández, así como de la de defunción de Juan Antonio López Vázquez, "Juan Ibero"














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