Desde hace algún tiempo, teníamos intención de ubicar la famosa cueva de Gancios o Ganzos (Guinzos), en la subida de La Paradiella -Valle de Foz-. Y lo queríamos hacer por varias razones, primero porque ya en el año 1973 (agosto), ya habíamos tenido ocasión de explorar dicha cueva formado parte del Grupo de Espeleología y Montaña "Gamonal", de Riosa; segundo, porque de seguir cerrándose los montes por la maleza, pronto, será imposible su localización (su boca de acceso es reducida); por último, porque queríamos dejar claro que la Cueva de Gancios o Ganzos que visitó el programa "Mochileros", y que se dio a conocer como la famosa cueva de la leyenda del moro OMAR BEN ADSILI, no es la verdadera cueva de Gancios - Ganzos-. La que nos mostraron es otra cueva, eso sí muy hermosa, que se encuentra por encima de esta, al lado de una gran haya y por debajo del camino de ascensión por la Cuesta de La Paradiella. La zona de La PARADIELLA -entre el muñón de Espines de Foz y la Mata Foz-, es un paraje lleno de oquedades y cuevas, de hecho hoy descubrimos otra que fue explorada por Marcial y de la que os ofrecemos alguna foto.
El propio Banjamín Álvarez "Benxa", en su libro "Laminarium de Aller, Riosa y Morcín", edición numerada de 1981, ya recogía, en el apartado de Cuevas de Riosa -Espeleología -, la existencia de varias cuevas en esta zona del Valle de Foz ( se refiere a ellas como Cuevas de Guinzos), datos que toma de la Revista "Speleón" - os ofrecemos lo publicado por "Benxa" -. Por último, incorporaremos como anexo, nuestro trabajo publicado en la página "Riosa Historia Activa" con fecha 30 de agosto de 2014, en el que hablamos de la famosa leyenda del tesoro de Omar Ben Adsili, de la que se hizo eco el periodista del Diario "Región", Ricardo Luis Arias, en su publicación del día 2 de julio de 1943 y que, como os decíamos, os ofreceremos como anexo.
Retomado nuestra exposición, por fin, hoy, conseguimos reunir a un grupo de amigos y a las 8,30 horas ya estábamos dispuestos en el punto de reunión, la plaza del Ayuntamiento, en La Vega, Marcos Mallada, Higinio Hevia, Marcial, Gerardo y yo, José Luis Cabo Sariego.
Nos desplazamos hasta Espines de Foz (Riosa) y allí, tomando como referencia unas fotos de 1988, obtenidas desde la carretera (en la tercera de las visitas que hicimos a la cueva), nos orientamos y salimos dispuestos a localizarla. Partimos del Mayeu de Espines de Foz - por encima de la "cabana" de los Martínez-, siguiendo un sendero que discurre casi en llano por la ladera (dirección noreste) y nos acercamos a la zona donde estimamos se encuentra la cueva. A pesar del tiempo transcurrido y de los cambios que se han producido, debido al crecimiento de la maleza y nuevos árboles y arbustos, las fotos resultaron ser útiles y, después de casi una hora de buscar por la ladera, Marcos da la voz de alarma de que cree haberla encontrado. Nos reunimos todos y, efectivamente, aunque la zona que la rodea ha tenido algunos cambios, no hay duda, la hemos encontrado.
Antes la cueva estaba en zona descubierta, al borde de la mata, pero hoy, como os decíamos, la maleza, los pequeños árboles y los arbustos se han expandido y ahora se halla en una zona con arboles pequeños, de ahí la tardanza en localizarla.
Rápidamente se disponen a entrar en la misma Marcial, Higinio y Marcos. El acceso, en principio es estrecho, incluso es necesario gatear, pero pronto se abre y se puede circular perfectamente hasta llegar a un pequeño hoyo, donde aún hay restos de madera utilizada para pasar. También encuentran un fiador o anclaje de hierro. Conocedores de las características de la cueva, sabíamos de antemano que no podríamos explorar la totalidad de la cueva, por que al final de este tramo, la cueva inicia un descenso en rampa -cuando la exploramos en 1973, a partir de aquí se utilizaron escalas de 60 m. arneses y cuerdas. Sin embargo, hoy nos damos por satisfechos ya que, a partir de ahora, con las nuevas tecnologías, la cueva quedará perfectamente localizada.
A la vez que reponemos fuerzas, tomando un tentempié, comentamos las incidencias.
A continuación, subimos bordeando la mata por su parte sur, ascendiendo unos cincuenta metros, donde, al lado de una gran faya, encontramos la otra Cueva, la que nos ofrecieron por televisión y que no se corresponde con la de la leyenda... Tiene una entrada amplia, con grandes y altas bóvedas, algunas paredes son lisas pero, otras, están perfectamente modeladas por el agua carbonatada, con colores ocres, blancos , grises, azules -incluso algún amarillo-verdoso ..., que conforman una hermosa sinfonía de formas, con la cadencia del goteo de agua procedente de las bóvedas. No es de grandes dimensiones, pero se puede visitar cómodamente - con la única precaución de no resbalar en el fino barrillo-.
Concluida la visita regresamos al Mayeu de Espines de Foz y a la carretera que va desde El Alto del Cordal hasta el Km. 7 de la Carretera de Pola de Lena a Barzana de Quirós, desde donde regresamos a nuestro punto de partida, La Vega de Riosa.
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ANEXO:
El Valle de Foz (Riosa), siempre ejerció sobre mi una fuerte atracción, y no solo por su gran belleza, sino también por su historia y leyendas. Se inicia a los pies del Picu Villuriz y La Pena El Cocheu, por el norte, donde se encuentra el denominado Averón de Foz, y flanquedado, por la Cuesta de La Paradiella, y La Mata Foz por un lado y, por otra, por Los Chamargones o Llamargones -donde está EL HOYO LOBAL-, asciende desde La Vega Foz hasta el mojón de piedra de Espines de Foz, límite de los Concejos de Riosa, Quirós y Lena. El otro aspecto que siempre me llamó la atención fue el de sus leyendas - como ejemplo, la del hombre lobo del Hoyo Lobal de Los Chamargones o Llamargones y sobre todo por esta que os ofrecemos en este álbum sobre los tesoros de la CUEVA DE GANCIOS - .
Tal era la fama de La Cueva de Gancios que, ya en el año 1943, el periodista del Diario REGIÓN, Ricardo Luis Arias, escribió un artículo sobre la leyenda de esta famosa cueva que corría de boca en boca entre los ganaderos más viejos de Riosa, y del vecino Valle de Muñón, en el Concejo de Lena.
Independientemente de que se hable de leyendas o no, estamos seguros que El VALLE DE FOZ, oculta en sus entrañas muchos secretos y si se llegaran a hacer algún tipo de excavaciones en puntos concretos de La Vega Foz ..., podría depararnos algunas sorpresas. Y es que el valle de Foz, siempre fue uno de los lugares predilectos de los buscadores de "ayalgas" - tesoros - y en el que existen multitud de pozos, cuevas y oquedades que se prestan a estos menesteres. Nosotros no nos referimos a los tesoros sino a otras cosas de mayor importancia - debemos tener en cuenta que a los pies de Pena El Cocheu existe un castro catalogado por el Principado (Resolución de 31 de mayo de 2011, de la Consejería de Cultura y Turismo, por la que se incoa expediente para la inclusión en el Inventario del Patrimonio Cultural de Asturias de 33 bienes arqueológicos del concejo de Riosa. BOPA núm. 154 de 5-VII-2011.21. Nº 21 Castro de la Peña del Col.léu, coordenadas x: 753.520; y: 4.785.790; z: 970)- y que, muy cerca, están las famosas MINAS PREHISTÓRICAS DE TEXEO (Riosa), de cobre y de cobalto. Sería muy interesante que se hiciera un estudio que ayudara a desvelar muchos de los misterios que oculta este hermoso valle del Concejo de Riosa.
Trascribimos a continuación el artículo del citado periodista y, también, os mostramos en fotos la publicación del periódico.
Publicado en el diario REGIÓN: viernes 2 de julio de 1943:
"LA CUEVA DE GANCIOS
RIQUEZAS IMENSAS EN LAS ENTRAÑAS DEL ARAMO.
EL TESORO DE OMAR BEN ADSILI
LAS GUARDA UN HERCULES CON MAZA DE ORO
Por Ricardo Luis Arias
El día primero de agosto del año 718 Pelayo reúne a los bravos astures y a algunos compañeros de armas suyos supervivientes de la batalla de Guadalete formando así un reducido ejército, que aunque pequeño en número es grande en valor.
Al pie del monte Auseva y en la cueva de Covadonga, Pelayo convoca a su tropa y allí aguardan la llegada del temido invasor para darle la batalla definitiva, en la que se juegan la última carta y con ella la suerte de toda la península ocupada ya por las huestes de Tarik.
Sobre el valle de Auseva avanzan dos poderosos ejércitos musulmanes. El primero lo capitanea Alcama que parte de Gijón y el segundo Munuza que sale desde León con intención de atacar por el Sur y Oriente.
Como atestigua el autor de la crónica de Alfonso III, el ejército árabe se componía de 187.000 hombres.
La batalla de Covadonga todos sabemos cómo fue. Con la ayuda de nuestra Virgen y el arrojo de nuestros antepasados los ejércitos del Islán fueron aniquilados.
El caudillo Munuza con un reducido número de los suyos, logró escapar del desastre y a uña de caballo busca en la huida la seguridad de su pellejo …
En el lugar que hoy ocupa el pueblo de Muñón Cimero, del Concejo de Lena, se erigía entonces un rico e importante poblado musulmán. Era gobernador de este Omar Ben Adsili –el cruel- apodado que fue así por sus bajos y ruines instintos criminales. Grande fue el espanto de este hijo de Mahoma cuando un día penetran en su campamento un grupo de andrajosos y extenuados soldados de Munuza, y le anuncian la noticia de la terrible derrota sufrida. Más que la seguridad de su persona a Ben Adsili le preocupan sus fabulosos tesoros que encierra en pesado arcón y que son fruto de sus desmanes y vandalismo por las asoladas tierras de Andalucía y Castilla.
Presagiando la llegada de las tropas cristianas victoriosas en Covadonga, el cabecilla recoge sus ajuares y al mando de sus hombres parte un día hacia las cumbres del Aramo subiendo por el Cordal de Lena y trepando por la calzada romana de Villuriz para luego pasar a las llanuras de Castilla cruzando el Concejo de Quirós e internándose en el Puerto de Agueria.
Como los árabes creyeron que podrían reponerse del desastre de Covadonga y luego dominar toda la península ibérica, Ben Adsili decidió esconder sus tesoros para luego volver a recogerlos un día al frente de sus victoriosas huestes.
En las estribaciones del Aramo y en el lugar denominado hoy El Caliar del Concejo de Riosa, fue descubierta por los exploradores del cruel Adsili una extraña y misteriosa cueva que después de penetrar en ella por un pequeño y reducido agujero cubierto de altas malezas concluía en un pozo oscuro y tenebroso y cuya salida a mi juicio debió comunicar en otros tiempos con el valle, y por lo tanto su altura se puede precisar de ciento cincuenta a doscientos metros.
Enterado Ben Adsili de este hallazgo, mando transportar sus tesoros a esta cueva conocida en nuestros días con el nombre de “Gancios”.
Después de mil trabajos y preparar y tejer largas cuerdas, lograron al fin descender a la cueva, la cual concluía según la leyenda, en un espacioso y amplio recinto de altas bóvedas de las que pendían gigantescas y magnificas estalactitas.
Allí fue colocado el pesado cofre que encerraba tan fabulosas riquezas y a su lado instaló Ben Adsili otro exactamente igual en el que encerró una gran serpiente encantada …
En la misma cueva mando construir una gigantesca estatua fabricada de lingotes de oro puro, y fue colocado después ante el arcón del tesoro.
Dicha estatua representaba un Hércules que esgrimía una pesada maza también de oro y estaba situada ante un resorte que ocultaba una losa de piedra, de tal forma que el que lograra penetrar hasta la terminación de la cueva al poner sus pies sobre la losa, el resorte impulsa los levantados brazos del gigante el cual de un solo golpe aplastaba al intruso.
Estas fueron las medidas que tomó Omar Ben Adsili para guardar sus riquezas y allí en las profundidades de la tenebrosa Cueva de Gancios dejó dos temibles guardianes, la monstruosa serpiente encantada y el gigante de oro …
Para que no revelaran el secreto a nadie, el cruel Ben Adsili abandonó furtivamente, y cortando las escalas de cuerda dejó sepultados en ella para siempre a los infelices esclavos que efectuaron los trabajos y el transporte de sus tesoros.
La segunda etapa de su proyecto salió fallida, pues su retirada a Castilla se vio cortada una noche por un destacamento cristiano que aunque inferior en número, cayó inesperadamente y osadamente sobre el campamento musulmán. La lucha fue terrible y duró hasta los primeros albores de la mañana. Dicen que el capitán Apringio que mandaba aquel puñado de bravos astures, habiendo perdido su espada en el fragor del combate, empuño una pesada rama de un árbol y repartiendo mandobles a mansalva armó gran mortandad en las filas enemigas. Sus soldados al verlo arremetieron con más ímpetu gritando: ¡Golpea, capitán golpea …! De estas memorables palabras quedó el nombre de “La Golpea”, como es conocido en nuestros días el lugar en que se trabó aquella encarnizada batalla.
A cuchillo fueron pasados todos los árabes excepto uno que montado en blanco caballo huyó a galope tendido. El capitán Apringio con varios de sus soldados emprendieron su persecución pisándole los talones.Omar Ben Adsili, que en vergonzosa huida abandona la lucha, viéndose acorralado, mata a su caballo de un solo golpe de gumía y se interna el La Cueva de Gancios en donde desaparece.
Los soldados cristianos y con su jefe a la cabeza saltan de sus cabalgaduras y espada en mano continúan su persecución penetrando en la oscura y tenebrosa cueva. La galería termina en un negro agujero y ante él se detienen, silenciosos y aterrados, sin hallar rastro del cruel Ben Adsili. De pronto el tétrico silencio es interrumpido por grandes alaridos y fuertes golpes que subiendo de lo más profundo de aquel pozo se pierden en las concavidades de las rocas. Un grito de agonía se oye después y luego se hace un silencio de muerte …
Sobrecogidos de temor, el capitán Apringio y su tropa abandonan precipitadamente la cueva y a uña de caballo dejan aquel lugar que ellos calificaron de maldito.
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Los años se fueron sucediendo y con ellos las generaciones y esta interesante leyenda de La Cueva de Gancios siguió subsistiendo hasta nuestros días.
Ya bien por la codicia de hallar los tesoros de Omar Ben Adsili o por amor a la aventura se intentó varias veces bajar hasta el fin de la cueva y nadie pudo lograrlo.
Se dice que hace 155 años (la referencia debe tomarse del año 1943 cuando se escribió este artículo) dos fuertes muchachos apostaron con unos amigos que traerían el arcón con el oro; y para ello partieron con un caballo en el que transportaban largas cuerdas y demás cosas necesarias para el descenso. Tres días después y en el lugar llamado de Rio Seco fue hallado el caballo abandonado, y de sus dueños jamás se volvió a saber nada.
Un viejo pastor de Riosa nos dice también: que siendo él niño varios mocetones de Muñón llegaron un día a la cueva y se dispusieron a bajar. El más decidido de ellos fue amarrado y poco después desaparecía en el negro agujero llevando como linterna un leño ardiendo.
Como sintieron varias tensiones en la cuerda, señal que tenían convenida, subieron inmediatamente a su compañero, el cual apareció desencajado y aterrado.
- ¿Qué viste? –le preguntan todos alarmados.
Con una voz ronca y extraña, les responde -¡Para mí he visto bastante!...
Fueron las únicas palabras que pronunció, pues según nos dice el pastor, aquel mocetón se cayó de bruces y cuando corrieron a auxiliarle estaba muerto.
Todos estos hechos fueron aumentando más aún el temor hacia la misteriosa Cueva de Gancios y las buenas gentes de aquellos contornos la miran hoy con cierto miedo y respeto pues temen despertar la ira del gigante guardián si se acercan a ella.
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Enterados de esta interesante leyenda y picado por esa curiosidad… decidimos explorar y visitar la célebre cueva.
Claro está que nuestro ánimo no era encontrar grandes tesoros como describían Julio Verne o Salgari pero sí pudiéramos hallar algunos restos, armas o inscripciones que se remontasen a la época de la dominación árabe en nuestra península, y esto no sería difícil puesto que cerca de dicha cueva y cuando se iniciaron las explotaciones de las minas de cobre y de cobalto de Rio Seco, se hallaron ciertos huesos y cráneos humanos, de los cuales nosotros conservamos algunos cuando excavamos con nuestros lancetores durante una de las exploraciones que efectuamos por aquellos lugares.
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Calados hasta los huesos por el impertinente “orbayu” y envueltos en una densa niebla nos sorprende la primera claridad del alba en El Cordal de Lena y en el lugar llamado Muñón de Espines, en donde se levanta una vieja piedra, ennegrecida y desgastada por las fuertes tempestades del puerto y que vio pasar ante sí a varias generaciones. Esculpidos en ella están los nombres de Quirós, Lena y Riosa. Es la demarcación de estos tres ricos concejos.
Después de varios despistes a través de la niebla, llegamos por fin a las cabañas que sirven de alojamiento a los pastores de Riosa que durante la época del verano llevan allí sus ganados. Enseguida trabamos conocimiento con los pastores a los que expresamos nuestro deseo de explorar la cueva famosa de Gancios.
Pese a las indicaciones que nos dieron nos costó gran trabajo localizar la entrada obstruida por espesa y alta maleza. Como la boca es tan sumamente reducida dejamos las mochilas y los bagajes y solamente con nuestra cuerda de alpinismo nos deslizamos rastreando e iluminando el pasadizo con las linternas. Unos gruesos maderos atravesados y encajados en las paredes y que aparecían ya podridos por el transcurso de los años nos anuncian las proximidades del pozo. De ellos se valieron para amarrar las cuerdas, aquellos mocetones que intentaron explorar aquellas tenebrosas profundidades.
La tortuosa y reducida galería termina por fin ante un negro agujero que se abre a nuestros pies. Inclinados sobre las cortantes y puntiagudas rocas que circundan la boca, escuchamos un ruido lejano y extraño que se pierde en agudos silbidos…
Alarmados nos consultamos unos a otros y luego nos sonreímos. Sin duda dichos ruidos son producidos por alguna corriente de aire ya que la atmósfera está pesada y el día tempestuoso.
Al objeto de tantear las profundidades arrastramos dos grandes piedras calizas que luego arrojamos al negro abismo. Un ruido ensordecedor invade la cueva y segundos después aquella mole de piedra se pierde con un débil y lejano ruido rebotando por las profundidades misteriosas sin haber encontrado fondo alguno. Como nuestros deseos se ven frustrados, ya que resulta demasiado corta para aquella indeterminada profundidad la cuerda que llevamos, abandonamos la exploración de aquel negro abismo que se abre a nuestro pies y nos atrae cual si hubiera una fuerza magnética en él. Francamente lo sentimos pues nos hubiera gustado charlar un rato con el gigante de oro … y quién sabe si nos encontraríamos también con Omar Ben Adsili sentado sobre el cofre que encierra sus tesoros y con una blanca barba que en otros tiempos fue negra como la noche.
Desalentados abandonamos después de dos horas de exploración la vieja cueva de Gancios en donde flota un ambiente de misterio, prometiéndonos volver más preparados para intentar la bajada y descenso a su último rincón y para ello aprovechamos la amable oferta de un muchacho de Muñón que nos prometió dejar una caballería y proporcionarnos fuertes maromas y herramientas útiles para tal fin.
De vuelta a la cabaña de los simpáticos pastores estos nos ofrecen su alojamiento el cual aceptamos sin cumplidos.
Mientras secan nuestras empapadas ropas organizamos una amena tertulia y fumamos algunos pitillos.
Hablamos de la cueva de Gancios y de su leyenda, y un viejo pastor que lanza fuertes chupadas de su pipa de cerezo nos dice: - Yo a esi demontre de furacu non baxaría ni por too el oro del mundo pero apuesto la gañota con cualquiera que si algún logra facelo, si nun dexa la pelleya en la empresa, facer faise ricu pa toa la vida y si non al tiempo.
En la techumbre de la rústica cabaña siguen tamborileando las gruesas gotas de agua mientras un un lejano trueno repercute en las paredes rocosas del Aramo.
- ¡Sería bárbaro! - me dice mi camarada en tono humorista si exploráramos ahora la cueva entre vivos relámpagos y truenos que darían más aire de misterio y miedo como las películas de Drácula y el doctor Frankestein.
Todos no reímos excepto el viejo pastor que mirándonos con rostro compungido y haciendo bailotear su pipa en los labios exclama en voz pausada y arrastrando sus palabras:
- ¡Hay que fastidiase con estos rapazos de esti siglu; tar tan como oveyes, ¡mira que tienen cada cosa rara…!"
Otra de las leyendas del Valle de Foz (Riosa) es la del "Pozu Chobos" que os mostramos gracias a la página La Soterraña Valle de Muñón, que la publicó, con fecha 7 de diciembre de 2013, - enlace https://es-es.facebook.com/public/La-Soterraña-Valle-de-Muñon. Una de las leyendas sobre el HOYO LOBAL ("Pozu Chobos") de los Chamargones o Llamargones, sito en el Valle de Espines de Foz (Riosa) y que corre de boca en boca entre los más viejos de los Valles de Llamo y El Cordal, en Riosa , y del Valle de Muñón, en Lena
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REPORTAJE FOTOGRÁFICO:
Mayeu de Espines de Foz (Riosa). En esa ladera están las cuevas:
Foto: José Luis Cabo Sariego
Mayeu de Espines de Foz (Riosa):
Mayeu de Espines de Foz (Riosa):
Foto: José Luis Cabo Sariego
Mayeu de Espines de Foz (Riosa):
Foto: José Luis Cabo Sariego
Cabana de "Los Martínez, en el Mayeu de Espines de Foz (Riosa):
Foto: José Luis Cabo Sariego
Mayeu de Espines de Foz (Riosa):
Foto: José Luis Cabo Sariego
Cuesta de La Paradiella (Riosa):
Foto: José Luis Cabo Sariego
Cuesta de La Paradiella (Riosa). Caminado en dirección noreste, nos dirigimos a la cueva de Gancios o Ganzos:
Foto: José Luis Cabo Sariego
Cuesta de La Paradiella (Riosa). primera de las cuevas encontradas:
Foto: José Luis Cabo Sariego
Foto: José Luis Cabo Sariego
Cuesta de La Paradiella (Riosa). primera de las cuevas encontradas:
Cuesta de La Paradiella (Riosa). primera de las cuevas encontradas, explorada por Marcial:
Foto: Marcial García Sariego
Cuesta de La Paradiella (Riosa). primera de las cuevas encontradas, explorada por Marcial:
Foto: Marcial García Sariego
Cuesta de La Paradiella (Riosa). primera de las cuevas encontradas, explorada por Marcial:
Foto: Marcial García Sariego
Cuesta de La Paradiella (Riosa). primera de las cuevas encontradas, explorada por Marcial:
Foto: Marcial García Sariego
Cuesta de La Paradiella (Riosa). primera de las cuevas encontradas, explorada por Marcial:
Foto: Marcial García Sariego
Cuesta de La Paradiella (Riosa), punto de referencia de la primera de las cuevas encontradas, explorada por Marcial:
Cuesta de La Paradiella (Riosa), entrada de la Cueva de Gancios o Ganzos. Con un trípode improvisado para el disparo automático, especialmente preparado para la ocasión, hicimos esta foto del grupo en el que aparecen: Higinio, Gerardo, Marcos, Marcial y José Luis:
Foto: José Luis Cabo Sariego
Marcial inicia los preparativos, con una botella que encontramos en las inmediaciones para instalar un "trípode improvisado" para sacar la foto del grupo anterior, con el disparador automático. Esta foto, sirve también de punto de referencia, al fondo se ve el muro de la carretera desde donde sacamos la foto en el año 1988 que nos sirvió para encontrar la cueva:
Foto: José Luis Cabo Sariego
Higinio, da los últimos toques al "trípode improvisado", para sacar la foto del grupo anterior con el disparador automático:
Foto: Marcos Mallada
Esta foto corresponde al mes de agosto de 1973, cuando el Grupo de Espeleología y Montaña "Gamonal", de Riosa, exploró la Cueva de Gancios o Ganzos. Aparecen Higinio Ruiz, Francisco Alvarez, Aladino y José Luis Cabo Sariego:
Foto: José Luis Cabo Sariego
Acceso a la cueva de Gancios o Ganzos, Valle de Foz (Riosa):
Foto: José Luis Cabo Sariego
Acceso a la cueva de Gancios o Ganzos, Valle de Foz (Riosa):
Foto: José Luis Cabo Sariego
Acceso a la cueva de Gancios o Ganzos, Valle de Foz (Riosa):
Foto: José Luis Cabo Sariego
Acceso a la cueva de Gancios o Ganzos, Valle de Foz (Riosa):
Foto: José Luis Cabo Sariego
Acceso a la cueva de Gancios o Ganzos, Valle de Foz (Riosa):
Foto: José Luis Cabo Sariego
Marcos Mallada saliendo de la cueva de Gancios o Ganzos, Valle de Foz (Riosa):
Foto: José Luis Cabo Sariego
Higinio Hevia, saliendo de la cueva de Gancios o Ganzos, Valle de Foz (Riosa):
Foto: José Luis Cabo Sariego
Higinio Hevia, saliendo de la cueva de Gancios o Ganzos, Valle de Foz (Riosa):
Foto: José Luis Cabo Sariego
Acceso a la cueva de Gancios o Ganzos, Valle de Foz (Riosa), desde el interior:
Foto: Higinio Hevia
Acceso a la cueva de Gancios o Ganzos, Valle de Foz (Riosa), desde el interior:
Foto: Higinio Hevia
Acceso a la cueva de Gancios o Ganzos, Valle de Foz (Riosa), desde el exterior. Higinio sale reptando por el corto tramo estrecho existente a la entrada:
Foto: Marcos García Mallada
Foto: Marcos García Mallada
Foto del acceso de la Cueva de Gancios o Ganzos desde el exterior, sacada en agosto de 1973:
Foto, José Luis Cabo Sariego
Acceso a la cueva de Gancios o Ganzos, Valle de Foz (Riosa), desde el interior:
Foto: Higinio Hevia
Interior de la cueva de Gancios o Ganzos, Valle de Foz (Riosa):
Foto: Higinio Hevia
Interior de la cueva de Gancios o Ganzos, Valle de Foz (Riosa):
Foto: Higinio Hevia
Interior de la cueva de Gancios o Ganzos, Valle de Foz (Riosa):
Foto: Higinio Hevia
Interior de la cueva de Gancios o Ganzos, Valle de Foz (Riosa):
Foto: Higinio Hevia
Interior de la cueva de Gancios o Ganzos, Valle de Foz (Riosa):
Foto: Higinio Hevia
Interior de la cueva de Gancios o Ganzos, Valle de Foz (Riosa):
Foto: Higinio Hevia
Interior de la cueva de Gancios o Ganzos, Valle de Foz (Riosa):
Foto: Higinio Hevia
Marcial en el interior de la Cueva de Gancios (Riosa):
Foto: Marcos Mallada.
Interior de la cueva de Gancios o Ganzos, Valle de Foz (Riosa):
Foto: Higinio Hevia
Interior de la cueva de Gancios o Ganzos, Valle de Foz (Riosa):
Foto: Higinio Hevia
Interior de la cueva de Gancios o Ganzos, Valle de Foz (Riosa):
Foto: Higinio Hevia
Interior de la cueva de Gancios o Ganzos, Valle de Foz (Riosa):
Foto: Higinio Hevia
Interior de la cueva de Gancios o Ganzos, Valle de Foz (Riosa):
Foto: Higinio Hevia
Marcos García Mallada en el interior de la cueva de Gancios o Ganzos, Valle de Foz (Riosa):Foto: Higinio Hevia
Marcial e Higinio en el interior de la cueva de Gancios o Ganzos, Valle de Foz (Riosa):
Foto: Marcos García Mallada
Interior de la cueva de Gancios o Ganzos, Valle de Foz (Riosa):
Foto: Higinio HeviaFoto: José Luis Cabo Sariego
Publicación de Benjamín Álvarez "Benxa" en su edición numerada del libro de 1981 "Laminarium de Aller, Riosa y Morcín" en el que habla de las cuevas de Riosa:
Foto: José Luis Cabo Sariego
Publicación de Benjamín Álvarez "Benxa" en su edición numerada de 1981 de su libro "Laminarium de Aller, Riosa y Morcín" en el que habla de las cuevas de Riosa:
Foto: José Luis Cabo Sariego
En esta foto, de 1988, aparece señalada en rojo la ubicación de la Cueva de Gancios o Ganzos, en la Cuesta de La Paradiella (Riosa):
Foto: José Luis Cabo Sariego
Mariposa dentro de la cueva de Gancios o Ganzos (Riosa):
Foto: Higinio Hevia
Marcial y Marcos en el interior de la Cueva de Gancios o Ganzos, Cuesta de la Paradiella (Riosa):
Foto: Marcos García Mallada
Higinio en el interior de la Cueva de Gancios o Ganzos, Cuesta de la Paradiella (Riosa):
Foto: Marcos García Mallada
Interior de la Cueva de Gancios o Ganzos, Cuesta de la Paradiella (Riosa):
Foto: Higinio Hevia
Fiador o anclaje en Interior de la Cueva de Gancios o Ganzos, Cuesta de la Paradiella (Riosa):
Foto: Higinio Hevia
Fiador o anclaje en Interior de la Cueva de Gancios o Ganzos, Cuesta de la Paradiella (Riosa):
Foto: Higinio Hevia
Interior de la Cueva de Gancios o Ganzos, Cuesta de la Paradiella (Riosa):
Foto: Higinio Hevia
Interior de la Cueva de Gancios o Ganzos, Cuesta de la Paradiella (Riosa):
Foto: Higinio Hevia
Interior de la Cueva de Gancios o Ganzos, Cuesta de la Paradiella (Riosa):
Foto: Higinio Hevia
Interior de la Cueva de Gancios o Ganzos, Cuesta de la Paradiella (Riosa):
Foto: Higinio Hevia
Interior de la Cueva de Gancios o Ganzos, Cuesta de la Paradiella (Riosa):
Foto: Higinio Hevia
Interior de la Cueva de Gancios o Ganzos, Cuesta de la Paradiella (Riosa):
Foto: Marcos García Mallada
Marcos, a la entrada de la Cueva de Gancios o Ganzos (Riosa):
Foto: Higinio Hevia
Valle de Foz (Riosa):
Foto: José Luis Cabo Sariego
A la entrada de la cueva de Gancios o Ganzos, una vez explorada parcialmente, tomamos un tentempié, antes de ascender por la empinada ladera bordeando la mata que nos llevará a la segunda cueva:
Foto: Marcos García Mallada
Entrada de la segunda cueva, que está unos 50 metros por encima de la verdadera Cueva de Gancios o Ganzos a la que se refiere la leyenda:
Foto: José Luis Cabo SariegoA la entrada de la cueva de Gancios o Ganzos, una vez explorada parcialmente, tomamos un tentempié, antes de ascender por la empinada ladera bordeando la mata que nos llevará a la segunda cueva:
Foto: Marcos García Mallada
Entrada de la segunda cueva, que está unos 50 metros por encima de la verdadera Cueva de Gancios o Ganzos a la que se refiere la leyenda:
Entrada de la segunda cueva, que está unos 50 metros por encima de la verdadera Cueva de Gancios o Ganzos a la que se refiere la leyenda:
Foto: José Luis Cabo Sariego
Interior de la segunda cueva, que está unos 50 metros por encima dela verdadera Cueva de Gancios o Ganzos a la que se refiere la leyenda. Al principio, la luz que penetra por el agujero existente en la zona de la entrada nos permite aún ver colores verdes:
Foto: José Luis Cabo Sariego
Interior de la segunda cueva, que está unos 50 metros por encima de la verdadera Cueva de Gancios o Ganzos a la que se refiere la leyenda. Al principio, la luz que penetra por el agujero existente en la zona de la entrada nos permite aún ver colores verdes, azules ..:
Foto: José Luis Cabo Sariego
Interior de la segunda cueva, que está unos 50 metros por encima de la verdadera Cueva de Gancios o Ganzos a la que se refiere la leyenda. A medida que avanzamos hacia el interior, los colores son blanquecinos y ocres:
Foto: José Luis Cabo Sariego
Interior de la segunda cueva, que está unos 50 metros por encima de la verdadera Cueva de Gancios o Ganzos a la que se refiere la leyenda. Un pasadizo con colores blancos y ocres muy hermoso:
Foto: José Luis Cabo Sariego
Interior de la segunda cueva, que está unos 50 metros por encima de la verdadera Cueva de Gancios o Ganzos a la que se refiere la leyenda. Un pasadizo con colores blancos y ocres muy hermoso. Gerardo, Marcial y Marcos, contemplan al detalle la belleza de la pared de este pasadizo:
Foto: José Luis Cabo Sariego
Interior de la segunda cueva, que está unos 50 metros por encima de la verdadera Cueva de Gancios o Ganzos a la que se refiere la leyenda:
Foto: José Luis Cabo Sariego
Interior de la segunda cueva, que está unos 50 metros por encima de la verdadera Cueva de Gancios o Ganzos a la que se refiere la leyenda. Las bóvedas son elevadas:
Foto: José Luis Cabo Sariego
Interior de la segunda cueva, que está unos 50 metros por encima de la verdadera Cueva de Gancios o Ganzos a la que se refiere la leyenda:
Foto: José Luis Cabo Sariego
Interior de la segunda cueva, que está unos 50 metros por encima de la verdadera Cueva de Gancios o Ganzos a la que se refiere la leyenda.Bóveda lisa:
Foto: José Luis Cabo Sariego
Interior de la segunda cueva, que está unos 50 metros por encima de la verdadera Cueva de Gancios o Ganzos a la que se refiere la leyenda.El agua carbonatada va formando estas hermosas figuras:
Foto: José Luis Cabo Sariego
Interior de la segunda cueva, que está unos 50 metros por encima de la verdadera Cueva de Gancios o Ganzos a la que se refiere la leyenda. Sinfonía de colores:
Foto: José Luis Cabo Sariego
Interior de la segunda cueva, que está unos 50 metros por encima de la verdadera Cueva de Gancios o Ganzos a la que se refiere la leyenda.Detalle de una de las paredes :
Foto: José Luis Cabo Sariego
Interior de la segunda cueva, que está unos 50 metros por encima de la verdadera Cueva de Gancios o Ganzos a la que se refiere la leyenda:
Foto: José Luis Cabo Sariego
Foto: José Luis Cabo Sariego
Marcial en el interior de la segunda cueva, que está unos 50 metros por encima de la verdadera Cueva de Gancios o Ganzos a la que se refiere la leyenda.Otras paredes son completamente lisas, como la que está a la espalda de Marcial:
Foto: Marcos García Mallada
Foto: José Luis Cabo Sariego
Interior de la segunda cueva, que está unos 50 metros por encima de la verdadera Cueva de Gancios o Ganzos a la que se refiere la leyenda. Espectacular zona de la bóveda:
Foto: José Luis Cabo Sariego
Interior de la segunda cueva, que está unos 50 metros por encima de la verdadera Cueva de Gancios o Ganzos a la que se refiere la leyenda.De las paredes se descuelgan autenticas columnas de gran altura:
Foto: José Luis Cabo Sariego
Marcial y Gerardo en el interior de la segunda cueva, que está unos 50 metros por encima de la verdadera Cueva de Gancios o Ganzos a la que se refiere la leyenda. De las paredes se descuelgan autenticas columnas de gran altura. Otro aspecto distinto que podemos observar en el techo:
Foto: José Luis Cabo Sariego
Marcial, Gerardo y José Luis, en el interior de la segunda cueva, que está unos 50 metros por encima de la verdadera Cueva de Gancios o Ganzos a la que se refiere la leyenda. Comentando las distintas figuras que aparecen en la cueva:
Foto: Marcos García Mallada
Foto: Marcos García Mallada
Interior de la segunda cueva, que está unos 50 metros por encima de la verdadera Cueva de Gancios o Ganzos a la que se refiere la leyenda. Más detalles:
Foto: José Luis Cabo Sariego
Interior de la segunda cueva, que está unos 50 metros por encima de la verdadera Cueva de Gancios o Ganzos a la que se refiere la leyenda:
Foto: José Luis Cabo Sariego
Interior de la segunda cueva, que está unos 50 metros por encima de la verdadera Cueva de Gancios o Ganzos a la que se refiere la leyenda:
Foto: José Luis Cabo Sariego
Interior de la segunda cueva, que está unos 50 metros por encima de la verdadera Cueva de Gancios o Ganzos a la que se refiere la leyenda:
Foto: José Luis Cabo Sariego
Interior de la segunda cueva, que está unos 50 metros por encima de la verdadera Cueva de Gancios o Ganzos a la que se refiere la leyenda. Otra figura que llamó nuestra atención, parece la osamenta de un gran animal:
Foto: José Luis Cabo Sariego
Interior de la segunda cueva, que está unos 50 metros por encima dela verdadera Cuevade Gancios o Ganzos a la que se refiere la leyanda:
Foto: José Luis Cabo Sariego
Interior de la segunda cueva, que está unos 50 metros por encima de la verdadera Cueva de Gancios o Ganzos a la que se refiere la leyenda:
Foto: José Luis Cabo Sariego
Interior de la segunda cueva, que está unos 50 metros por encima de la verdadera Cueva de Gancios o Ganzos a la que se refiere la leyenda. Aquí adivinamos la cabeza de un animal que descuelga del techo.:
Foto: José Luis Cabo Sariego
Interior de la segunda cueva, que está unos 50 metros por encima de la verdadera Cueva de Gancios o Ganzos a la que se refiere la leyenda. En la parte izquierda se vislumbra uno de los "vigilantes" de la cueva:
Foto: José Luis Cabo Sariego
Interior de la segunda cueva, que está unos 50 metros por encima de la verdadera Cueva de Gancios o Ganzos a la que se refiere la leyenda:
Foto: José Luis Cabo Sariego
Interior de la segunda cueva, que está unos 50 metros por encima de la verdadera Cueva de Gancios o Ganzos a la que se refiere la leyenda. Una combinación de colores difícil de lograr de forma artificial:
Foto: José Luis Cabo Sariego
Interior de la segunda cueva, que está unos 50 metros por encima de la verdadera Cueva de Gancios o Ganzos a la que se refiere la leyenda. Marcos en uno de los pasadizos más bellos de la cueva:
Foto: José Luis Cabo Sariego
Marcial, Gerardo y Marcos en el interior de la segunda cueva, que está unos 50 metros por encima de la verdadera Cueva de Gancios o Ganzos a la que se refiere la leyenda:
Foto: José Luis Cabo Sariego
Interior de la segunda cueva, que está unos 50 metros por encima de la verdadera Cueva de Gancios o Ganzos a la que se refiere la leyenda:
Foto: José Luis Cabo Sariego
Interior de la segunda cueva, que está unos 50 metros por encima de la verdadera Cueva de Gancios o Ganzos a la que se refiere la leyenda:
En la parte superior de la cueva y en la zona de la entrada existe un gran agujero por donde penetra la luz:
Foto: Marcos García Mallada
Entrada de la segunda cueva en la Cuesta de la Paradiella (Riosa),-José Luis, Marcial, Gerardo y Marcos-:
Foto: José Luis Cabo Sariego
Regresando al Mayeu de Espines de Foz (Riosa):
Foto: José Luis Cabo Sariego
Regresando al Mayeu de Espines de Foz (Riosa):
Foto: Marcos García Mallada
Foto: José Luis Cabo Sariego
Al lado de la faya superior está la segunda cueva:
Foto: José Luis Cabo Sariego
Al lado de la faya superior está la segunda cueva:
Foto: José Luis Cabo Sariego
Foto: Marcos García Mallada
Mayeu de Espines de Foz (Riosa). Al fondo, en La Cuesta de La Paradiella, se ve perfectamente la zona donde se ubican las cuevas:
Foto: Marcos García Mallada
Foto: Marcos García Mallada
Plano de situación del paraje donde se hallan las cuevas visitadas: Mayeu de Espines de Foz, Cuesta de La Paradiella (Riosa):
Foto: Marcos García Mallada
En esta foto, sacada desde la carretera, se puede ver perfectamente la Cuesta de La Paradiella y la Mata de Foz (Riosa). En el centro de la foto, donde se puede ver la caliza y no hay árboles, por la derecha y al borde de la mata, están las cuevas; en la parte inferior la Cueva de Gancios o Ganzos y cincuenta metros más arriba -junto a un haya de gran porte-, la que nosotros denominamos de La Paradiella:
Foto: Marcos García Mallada